¿Estar
en pareja es estar de su lado en las buenas y en las malas? ¿Es comprometerse a
fondo con las decisiones y posturas? ¿Es tomar partido, aunque este pueda ser
radical? Nadie quiere esto (2024, Erin Foster) más allá de la historia
de amor entre Noah y Joanne, de la diferencia cultural y religiosa que crea un
abismo entre ellos, deja una lección a considerar: el compromiso de la
dualidad.
En
algún momento Joanne le dice a Noah que ella espera que su pareja reconozca como
enemigos a sus enemigos, y que, si ella no mantiene ningún contacto con esa o
esas personas reconocidas como tales, él porque la respeta (o debería hacerlo)
debe estar de su lado y hacer lo mismo.
Esta
posición no siempre ocurre, y quizás es el primer error de toda pareja: no
reconocer la postura del compañero(a), negarse a un compromiso total incluso
hasta en los peores momentos. ¿Por qué fomentar una enemistad con alguien que
tal vez no se conoce? ¿Por qué invisibilizar a alguien a quien mi pareja ha
marcado como intratable? Porque el amor es una postura, y uno elige estar del
lado de quien ama.
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