viernes, 6 de mayo de 2022

El pasado restregando errores

¿En qué momento se reconoce la soledad total? ¿Hay que tocar fondo y verse transformado en una isla para actuar? ¿Por qué la necesidad del otro para continuar?

Don Johnston, el protagonista de esta historia no solo fue abandonado por su actual pareja, también ha recibido una carta anónima donde se le anuncia que es padre de un joven que tal vez ha ido en su búsqueda. Dos noticias que desestabilizan la burbuja incorruptible de su vida y lo envían a un reencuentro con sus exparejas del que se arrepentirá.

Don es un egoísta, un viejo maduro egoísta para más precisión. Ha amado y lo han amado. Pero el reencontrarse con tres de sus exparejas es algo desgastante e incómodo; el pasado restregándole los errores de las rupturas. Quiere saber más de ese supuesto hijo, de su extensión biológica, por eso lo hace.

 

Así, Broken Flowers (2005) no solo es la excusa de un hombre para acceder a la incógnita de su amigo (que también es su propia incógnita) de saber quién es la madre de su hijo, porque Don, quien parece tenerlo todo (desde la comodidad anhelada: casa, carro y dinero), lo invade el desconcierto de que su hijo puede ser cualquier muchacho desvalido y muerto de hambre que anda en su búsqueda.

En esa soledad, la de un hombre que ha dado tropezones en el amor, está Don aferrándose a la posibilidad de que un hijo pueda de cierta manera llenar su vacío. Aunque desde el egoísmo más radical y normalizado también se trate simplemente de pasar la página y continuar en donde se quedó.           

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