jueves, 16 de septiembre de 2021

Negarse a ser un Truman Burbank

El reto está en el silencio, en la evasión a exponerse, a contarlo todo, a volverse un “culebrón” de emociones y sensaciones imparable, el derroche del día a día para alimentar a comunidades vorágines de historias: voyeuristas insaciables que en el fondo envidian la existencia rosa del otro, esa proyección construida mediante sonrisas, viajes, amores, comida…

¿Qué ocurre con todos los que se han negado a ser parte de la exposición en redes sociales? ¿Tienen amigos, amores, felicidad? ¿Tienen empleos que detestan? ¿Son unos resentidos sociales que ven al otro con asco y odio? ¿Escriben y analizan, sin que nadie se lo haya solicitado, sobre la algarabía de los demás?

El reto está en negarse a ser un TrumanBurbank, aunque él ignoraba que su vida era un espectáculo, que cada paso, palabra y ocurrencia alimentaba a una legión de espectadores atentos a su existencia. Por eso cuando reconoce la verdad, también delata el mundo artificial al que ha pertenecido, aquella mentira extendida por varias décadas.

Negarse a ser un Truman, y la parodia de la existencia expuesta desde las redes sociales, es el reto, uno, cada vez, más difícil de evadir, porque la exposición, el decir, el mostrar, se volvió un lugar común, y para lugares comunes la vida misma: descolorida desazón que se busca maquillar.


 

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