Que Bi Gan como director deje filtrar su parte poética se confirma en Largo viaje hacia la noche (2018), una película estremecedora y desconcertante; una trama compleja que se presenta en dos capítulos, el primero conformado por fragmentos y en dos tiempos, y el segundo que aterriza la historia y logra armar el rompecabezas.
No solo es la historia de Luo que regresa a su ciudad Kaili en busca de Wan, la mujer que amó hace veinte años. Es también el viaje del personaje para confrontar su pasado y la fantasmagoría de sus recuerdos; los espacios, y sobre todo la ausencia como carga insoportable.
Una trama que por momentos fusiona lo onírico con lo real, y en ese juego logra un mayor desarrollo de la tragedia personal, porque Lou, no solo se niega a aceptar el reencuentro imposible, por eso se refugia en la materialización de su amor-recuerdo que recae en otro cuerpo: fin de un viaje.
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