Portada del libro, publicado en 2017 por la Casa de la Cultura ecuatoriana. |
“Los hijos de puta pueden ser genios y mi papá lo
fue”, esto argumenta el personaje de Prólogo, uno de los nueve cuentos que
integran Faltas ortográficas (CCE, 2017) de Eduardo Varas. Una historia
perturbadora donde un escritor es también un asesino serial, y su hijo, el
narrador, intenta descifrar qué llevó a su padre a convertirse en el monstruo
que la prensa y sociedad linchó.
Así empieza este segundo libro de cuentos de Varas
(el primero data de hace una década atrás: Conjeturas para una tarde, 2007, Banco
Central del Ecuador). Un conjunto de historias que tratan sobre cine b,
estrellas de rock en un paraíso alucinado, políticos zombies, escritores
vengándose de otros escritores (al puro estilo de Putas asesinas de Bolaños), un
hombre lobo matando y muriendo por placer, un actor fantasma, un niño aislado
por su enfermedad.
Cada uno de estos cuentos es un hit, una historia
que cala, que sacude, que nos hace mirar más allá de lo que hasta hace poco
creíamos entender; historias cargadas de un humor negro casi imperceptible;
historias donde los escritores, como personajes, aparecen, atacan, sueltan su
puñado de oraciones y frases lapidarias, y luego se esfuman.
Varas no solo ha escrito un libro para tratar temas
con los cuales se convive a diario: cine, música, libros, sino para explorar qué
hay en el fondo, ahí donde la voz está sola y contempla otras historias,
algunas cercanas a la realidad, otras desde una ficción desconcertante.
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