martes, 26 de junio de 2018

Pronto gobernarán los poetas

Víctor Arias Aroca, leyendo su texto.


Víctor Arias Aroca
Escritor manabita

Cuando tú tomas el mar por domicilio significa que te has mandado a cambiar de la tierra, el agua ahora es tu universo y el mundo líquido recubre, tus manzanas, tus sueños, tus frases, tu alimento. Mejor dicho, yo no vivo más aquí no soy terrícola y me voy con mi música a otra parte, a dónde no puedan juzgarme por el delito de amar y en dónde los pájaros desnudos del silencio inicien la algarabía brutal de los que tienen fuego en el corazón.

La sociedad reputa y juzga a los que aman. Los jueces los acusan y apresan porque para ellos el amor es un acto de odio.


Los gitanos adivinan en las líneas de las manos el futuro de los actos del amor. Los celtas en el relincho de los caballos. Los sumerios en la contemplación del agua del mar. Los mayas en el acertijo de las estrellas, los incas en el brillo del sol, que era un Dios más perfecto que el actual, porque se deja ver y lo ilumina todo, haciendo salir los frutos del fondo de la tierra. De esa tierra a la que ahora renuncio para irme a vivir al mar, donde no puedan encontrarme si es que acaso me buscan, los que no aman, los que aman con restricciones, los que aman con trampa, los que aman con amor sucio.




Los poetas tienen esa disposición que no es ninguna magia, a adivinar el universo de las cosas, con el simple uso de las palabras en su estado más natural y puro. Y no necesitan castillos de fuegos pirotécnicos y falsos apergominamientos para saltar de las palabras simples hasta tocar las estrellas más altas. Por eso la gente los confunde con estrellas de cine o luminarias del Rock. Los poetas se quitan los ropajes del silencio y hablan. Habitan desnudos sin pudor y se lanzan de frente con su amor al precipicio donde solo los puede salvar un beso o un orgasmo y son como fantasmas, porque no se los ve, no es necesario verlos, basta con oírlos, porque igual que Natalí, su voz es alta, clara y diáfana. Me largo a vivir al mar.

Es la voz del agua nítida. Solo canta. 

Es que el amor nos atrapa, nos lanza sus anzuelos, sus tácticas de guerra y tú, poeta, caes rendida ante él, que es un guerrero fuerte, pero tú eres parada y le adviertes, amo tus manos inquietas, generosas para acariciar, tu corazón diáfano que no me pertenece más. Y le adviertes, amo la tendencia nociva de tus mentiras, tu sonrisa macabra ante mi fragilidad, y me escondo en la cueva llamada soledad. Y así le vas escribiendo y describiendo que amas la hipocresía inocua de su amor ligero y ajeno. Así se escribe y se describe, es un mar tierno de palabras hecha por la que se mandó a vivir en el mar y el éxito es escribir con tinta ácida en el laboratorio de los malditos para obtener el líquido dulce de la poesía para poderla beber y emborracharse.

La que anda en tacones jugando al amor, no ha permitido que la veamos íntegra, porque anda creyendo en su ingenuidad que el amor existe y se descubre prisionera del amor, pero no abandona su habitación de mar y salta a la alta cumbre de esos extraterrestres que escriben bien. Una es la que escribe y otra es el hablante. Atención son dos categorías distintas. El hablante anda en tacones, pero a lo mejor esa es su única ropa. Y que bello ha de ser verla así, porque de allí para arriba no respondo, recuerden que habita el mar y sus abismos igual que el amor tiene demonios tenebrosos que acechan a los que aman.

Los Tinta Ácida me caen bien. Yo debo caerles mal. Pero lo que hacen es magnífico. Cumplen la misión que los que están obligados a hacerlo no lo hacen y eso que se andan metiendo en el bolsillo toda la plata de los ciudadanos. Para un solo concierto pagaron $36.000 por tres canciones. Cuando llega un poeta les apesta. Ya es hora que los chicos malos de la política dejen la teta. Pronto gobernarán los poetas, así lo dice Sergio Ramírez, lo dice Benedetti, lo dijo Platón hace como dos mil años. Estamos cansados de la farsa. Igual que farsa es esa poesía fatua que los poetas eunucos disfrazan con lirios y buganvilias que son flores que, como decía Donoso, no han visto en su puta vida.

Yo prefiero el lenguaje sencillo de Natalí. Directo al blanco. No mata, estremece. Un amor que dispara, que entra lento y que le corta la cabeza al primero que hable mal del amor. Tiene daguitas filudas por eso me preocupa, a lo mejor estamos asistiendo al nacimiento de una colosal estrella y que nos va a dejar aplastados a Pedro Gil y a mí que un día nos dijeron, nos engañaron, que éramos los mejores de este mundo.

Yo no he tenido egoísmo con mis cosas. He sido bestia. Entregué hasta demás a mis amigos. Les ayudé a formarse. Soy el culpable de que haya venido Miguel Donoso a formar el taller literario que formó a Libertad Regalado, a Franklin Briones, a Pedro y Ubaldo Gil. Yo en los 90 ya había conocido a gente de la Pequeña Lulupa y a los Mosca Zumba que eran contestatarios de la poesía de la bufanda del sol por lo tanto contraria al Euler Granda a Ulises Estrella a Raúl Pérez Torres. También tuvimos vínculos con los esperpentos de Cuenca. Siempre estuvimos del lado de los que protestan por la poesía protesta que vacía de belleza usa malas palabras para engalanarse, desconociendo que hasta para usar malas palabras hay que ser un bacán y un hacer que no se sienta.

Pocos como Hugo Mayo para lograr versos perfectos con vocablos sacados del baúl de la abuela y la chamarasca de sus logros insólitos. Yo le hice dar el doctorado honoris causa. El poeta más grande de la vanguardia nació en Manta, en la casa de la imprenta Gutemberg.

Hoy ha nacido una poeta. Me le quito el sombrero. Me levanto. Bienvenida Natalí, al infierno bendito de la poesía.
(Texto leído en la presentación del libro El amor en tacones, La Caverna, Manta, 22 de junio de 2018)

No hay comentarios: