martes, 14 de febrero de 2012

Incensario de amor



Escupir sobre el amor, en nuestros días, es cosa fácil para solitarios, abandonados, utilizados, patitos feos y toda la gallada resentida de no lograr sostenerse en una relación estable. Es cierto, más allá del amor, están los días donde todo sentimiento muta a ese monstruo desfigurado llamado sentimentalismo, donde la concentración de ositos Teddy, bombones, flores, serenatas y cantidades de promesas derramándose en habitaciones, conforman un todo abominable.

Y sí, nunca falta la poesía de aquellos autores entregados a la causa amorosa; de sentirse ligados a un sentimiento compartido. Pero escribir poesía de amor no es simplemente una transcripción de la realidad, no cuando tanta emotividad sepulta el trabajo con las palabras: las mejores figuras para que el amor posea fuerza, melodía y convicción.

En este escenario rojo, de corazones flechados, de manos enlazadas, de besos irrefrenables y ojos llorosos, aparece Incensario (2012) de Diego Rojas Arias (Pasaje, 1986). Un poemario inocente, apabullado por el sentimiento, por el mostrar, y con orgullo, que persisten los poetas creyentes en el amor.

Por ello la voz poética va contra todo, aflorando y moviéndose en puro y decidió amor (y debo decir que desde ahora es imposible no dejar de escribir esta palabra), sin posturas, sin ismos acompañando su decir. Lo suyo es un canto irrefrenable a lo emotivo, creado y aferrado desde lo vivencial:

“Es descubrir el color de tu pureza
en la transparente piel de los cristales,
es mirar tu rostro en cada gente,
es percibir tu aroma en toda brisa”
(Amarte a ti, p. 13)

“Por los caminos de tu piel
mis caricias van andando”
(Para tus ojos negros, p. 18)

No se niega amante-sufrido y amante-complacido, y en esta aceptación persiste la convicción por mantenerse ligado al sentimiento:

“Quisiera decirte cualquier cosa,
menos que te amo,
mi boca ya tiene miedo
de pronunciar tu nombre”
(El castigo, p. 28)

“(…) y voy a pelear
en todas las batallas
que sean necesarias
para defender
el reino de tu amor”
(Algarabía, p. 14)

“te amo tanto que hasta a veces creo
que tantísimo amor es imposible”
(Serenata, p. 17)

Y es que este Incensario agrupa (como bien lo advierte su autor) poemas primerizos, donde la veneración a lo femenino es una causa:

“Dentro de ti hay un océano de agua mineral.
Fuera de ti existe una selva de sonidos azules.
Tu sudor es el vino que me resucita.
Tu nombre es una mezcla de humedad
y de silencio”
(Pequeña canción en luna mayor, p. 21)

Aquí autor y voz poética son uno mismo; aquí amor, dolor, contemplación y deleite son una sola masa, que engulle:

“También te aman mis ganas de no amarte”
(El amor por sobre todas las cosas, p. 12)

“Llena los recipientes vacíos de mi memoria
con el líquido púrpura de tus recuerdos”
(Ámame, amor, p. 32)

“Ya no tengo ojos
porque se me perdieron en los tuyos”
(Pequeña canción para enamorarte, p. 39)

Muchas cosas le faltan a esta primera obra para denotar un compromiso del autor con la poesía, aún demandan mayor trabajo los versos, alejarse de los lugares comunes, de ese lamento adolescente por el que muchos poetas iniciados atraviesan, pero no se le puede negar que la entrega existe, y este es un gran indicio para la obra posterior de Diego Rojas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

"No tengo nada que envidiarle a las estrellas si tengo el brillo de tus ojos, no hay nada que mendigarle al sol si tengo el calor de tu compañia y si poseo el tesoro de tu presencia paraq ue buscar ya más riquezas.... si con tebnerte a ti tengo ya todo lo bueno de la vida" DULCE AMOR.. (BELLO)