“Las mujeres duermen con las manos en su sexo”, es una afirmación provocadora, proveniente de una poeta provocadora. Y es que Pravda (2007, Drugos de la naranja) de Andrea Samaniego (1985), es un canto prohibido, un grito ensordecer para cuantos mojigatos aparezcan en su onda destructiva. No es poesía para leer y dejar apaciblemente en un espacio, estrujada junto a otros libros. No. Es poesía para consumir una y otra vez por las distintas lecturas que sugieren sus versos eróticos y hasta transgresores: “descuelgo nuestra araña y la anido en tu sexo”.
Samaniego se adentra en aquella naturaleza humana donde los cuerpos desarrollan su propio lenguaje y las palabras quedan en segundo plano, aunque en su poesía ocurra todo lo contrario, logrando que sean las palabras quienes trasmitan el lenguaje que los cuerpos continuarán: “se impulsa con todos sus brazos y todos / sus años para arrojar la mano inerme hacia un / encuentro con su sexo”. O también cuando nos recrea este cuadro: “Él abstraído en / la / temperatura del coito. / Ella acomodándose la pelvis”.
Pocos serán los lectores que soporten figuras tan chocantes en su poesía como: “(…) después de absorber mil olores; el olfato se muere con la memoria saturada del recuerdo del sexo que por primera, tercera y última vez frotaste contra la quijada.” O cuando revelando sus secretos (que son los secretos del colectivo, encerrados con llave para continuar clandestinos) nos dice: “Jugueteo con los pliegues de mi clítoris, / para que se te pudran los silencios en el / calabozo que dejaste en mi nuca”.
Pravda es un testimonio voyeur: “Siempre me entretengo en el caminar de la / gente que no sospecha que la observo”, y del ahora, que retrata la contemporaneidad en su esencia, más allá de las luces de un escaparate en un centro comercial, un antro de mala muerte, un club privado, una cena glamorosa. Pravda es un poemario que comprueba la labor poética de esta autora, porque hace de la infructuosidad de las relaciones y la convivencia cuadros pausados y reales, capaces de hallar nuestro punto débil y corroernos hasta sentir muchos de estos versos anidándonos.
A continuación algunos de los poemas pertenecientes a Pravda.
Escenario 80
Vuelvo a suspenderme de la palabra fakir, la
tarea de la “maga” a desarticularte,
desarticularme, en minúsculas piezas
de dominó.
Soneto1/3
Hace cuarenta kilómetros
tal vez, antes de que la lengua se me
cayera en tu garganta, hubiese
dicho:
-La mía, la tuya.
Toma 15
Algún día se me ocurrirá pintarte sin boca,
para que ni los silencios se te escapen.
1 comentario:
buena por la novísima poesía ecuatoriana
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