lunes, 7 de enero de 2008

La radiografía de un Guayaquil desconocido




Mía es la delación de la que se habla.
Míos, los pecados más horrendos que aquí se narran.
Mías, las bajezas expuestas.

Santos Feijó

El enemigo necesario (Ministerio de Cultura, 2007) del guayaquileño Marco Martínez (1979), es una obra de terror, porque se expone abierta y desvergonzadamente la naturaleza inaceptada de quienes habitan en esos rincones de ciudad, a los que pocos logran penetrar por peligrosas, maniacas y sobre todo adsorbentes.

Martínez ha logrado una acertada radiografía del Guayaquil del lumpen, subterráneo, arcano, etc., donde sus descabellados personajes compuestos por drogos, un transexual, una ninfómana y metaleros sobrecargados en sus pesadillas vitales, para sobrevivir a la realidad, hacen lo mejor dentro de esta trama: exponerse tal y como han sido planificados. El núcleo de tanta aberración: mostrarnos más allá de la pulcritud que rodea en la sociedad, y eso ya es mucho para tanta literatura de amor y negaciones de lo real.

Santos Feijó, el personaje protagonista y alter ego de Martínez, logra revolver el universo que expone; en él sus manías, miedos y odios se vuelven las manías, miedos y odios de todos (la locura es un bien transferible para el resto de personajes).

Existe fuerza en cada uno de los capítulos que componen esta obra, pero sobre todo crudeza y franqueza: narrar desde la experiencia -sin dejar a un lado la creatividad literaria-, es un recurso que suele quedar en pura pose (salvo las excepciones).

Por otro lado pocas veces una obra literaria ha tratado el tema del metal ecuatoriano (su historia, esencia y evolución) tan prolíficamente como lo hace Martínez en su obra -en su otro libro aún inédito titulado Patéticas formas de evasión también se retoma el tema pero desde una visión más global-, si bien no lo hace a nivel nacional como correspondería a un ensayo específico en este campo, por lo menos nos acerca a una parte del metal underground de su ciudad, que ya es bastante ante la carencia de escritos referentes al tema. Así no es extraño que varios de sus personajes resultan ser metaleros sombríos, que recorren los capítulos con la esperanza de desaparecer al cambio de página.

Para ser el primer libro de este, hasta ahora desconocido, autor guayaquileño, ha empezado bien. No está demás recordar que la presente obra ha logrado el primer lugar del concurso de novela corta “Medardo Ángel Silva”, que por segundo año convoca el Ministerio de Cultura de Ecuador.

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