Hay un joven narrador guayaquileño que viene trabajando silenciosamente desde hace algún tiempo. Hasta ahora tiene dos libros inéditos Patéticas formas de evasión y El enemigo necesario, dos textos irreverentes, donde drogos, prostitutas, mecos, escritores desencantados y rockeros, forman un todo desquiciante dentro de las tramas.
Pero ¿por qué optar por el seudónimo de Santos Feijó, un personaje travesti del escritor Javier Ponce? Desde mi lectura, porque la sexualidad y vida en decadencia del narrador y personaje protagonista es eso: una postura, pura máscara despistando al lector y al resto de personajes del caos que lo carcome.
Por otro lado está Marco Martínez, el escritor, pero antes que creador literario, músico, vocalista de la agrupación Abismo Eterno (y también ex vocalista de Misterio, otra banda guayaquileña). Martínez, en sus líricas y sobre el escenario, es un fantoche lúgubre, desgarrándose para desgarrar sus dolencias artísticas, o sea un masoquista que vive del dolor y lo usa, es su materia prima para crear.
Dos libros que podrían alarmar a un buen sector literario aún recatado y mojigato del país. Porque la propuesta de Martínez surge desde los bordes, desde una subterraneidad espantosa y deforme, tanto así como para que muchos escritores de “peso” ignoren hasta este momento cada una de las páginas de las dos obras escritas.
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