jueves, 11 de agosto de 2022

Una necesidad de heroicidad

La ciudad va al garete. Mientras una reportera va narrando la escala de delincuencia de la urbe, alguien roba una billetera que pasa de mano en mano hasta perderse de su punto de hurto inicial. Artículos de toda clase desaparecen, nadie está a salvo ni en su propia casa. La violencia es incontenible y parece no haber ninguna solución.

Esa ciudad es Nueva York en los años noventa, el escenario de una ficción que no es distante a la realidad de Manta, otra ciudad que crece junto a la escala delincuencial y violencia en sus más retorcidas manifestaciones.

En ese contexto de desesperación y anhelo de mejora aparecen cuatro héroes que van librando pequeñas batallas dentro de la ciudad. Héroes anónimos que se mueven desde las sombras, porque se debe actuar sin importar que para ello se recurra a la misma violencia para detenerla.

Una necesidad de heroicidad que no se ha buscado, sin embargo, se ha asumido como un objetivo vital y necesario: si nadie lo hace, tarde o temprano otros lo harán.

Y aunque esa ciudad narrada desde la ficción es una mega urbe y la otra ciudad costera y cosmopolita pequeña, la necesidad de cambio es la misma. Los ciudadanos necesitan habitar un espacio seguro, sin Destructores pululando y generando terror.  

 

lunes, 8 de agosto de 2022

La confrontación final

 

Reconocernos en nuestras malas acciones no es fácil. Mirarse desde el otro requiere de valentía y madurez, porque ese paso ha devenido de un lento proceso de decadencia hasta tocar fondo: la confrontación final.

A eso nos lleva El vuelo (2012) de Robert Zemeckis, a contemplar la vida al límite de un capitán de avión, a reafirmar que la adicción es un problema siempre en expansión, que no hay heroicidad en las acciones y que al final del día nadie llegará a rescatarnos.

Película de gran lección: la culpa jamás será de los demás, siempre de uno mismo, aunque tras el espejismo de valentía y jolgorio cueste reconocerlo. Hay redención, sí, pero para llegar y mantenerse en ella la batalla interior debe ser interminable.

domingo, 7 de agosto de 2022

La cotidianidad creíble

 

Imagino al escritor regocijándose tras la creación de una historia. Contemplando la vida y muerte de sus personajes. Carcajeándose del mismo humor que atraviesa su obra. Pensando, tal vez, que, a pesar de haber finalizado la historia, de llevarla hasta donde planificó, aún cree que debería retocarse. Ese escritor que posiblemente en algún momento dejó de auto promocionarse, y que ahora, gracias a esa red que existe entre libreros-editores, solo anhela que sus libros lleguen hasta los lectores adecuados.

Eso, lo anterior, he imaginado después de leer Detrás de esa lápida se esconde el mar (Sur Editorial, 2019) tercer libro de RonaldEscalante, y primero que encuentro de su obra. Una colección de siete relatos, cortos en su extensión, pero intensos en su desarrollo. Un conjunto de historias que da cuenta de sucesos que en apariencia no guardan relación, salvo por ese detalle sutil que los enlaza: la violencia.

En estas historias la vida es un chiste que se acaba pronto, pero el eco de esa risa perturbadora va calando en el lector. Ahí, en ese territorio, las imágenes delatan el miedo y el horror de varias de las situaciones a las que se enfrentan los personajes. Nada paranormal, solo la realidad narrada desde la cotidianidad creíble.

 

miércoles, 3 de agosto de 2022

El mal

¿Qué pasa por la mente de un delincuente antes de cometer un delito? ¿Siente remordimiento el criminal tras el acto violento? ¿Sueñan con sus víctimas los victimarios? ¿Anhelan la redención cuando son atrapados y linchados por turbas enfurecidas?

El ladrón de levita (1989) de Jorge Velasco Mackenzie es una novela precisa para estos días, donde la información desde las redes sociales hablan de la indignación del ciudadano ante robos y asesinatos; un odio que se ensaña cada vez más con los delincuentes y sicarios atrapados.

¿Qué pasa por la mente del victimario? Es la pregunta que el protagonista responde, porque esta historia, más allá del tinte violento que se va delatando, es la confesión moribunda de alguien que ha vivido para hacer el mal, un daño a los otros, a su familia, a sus amantes…novela para recordarnos que las ciudades son una trampa que se debe aprender a sortear.

Lo dice el protagonista: ser “ladrón, asesino y homosexual” (guiño para Hardcore noise de Martínez Zúñiga) no es fácil. Novela a corta y acelerada en sus acciones, como la vida actual.