¿Cuánta poesía se publica anualmente en Ecuador? ¿Es el género
que más escritores posee? ¿Hay editoriales interesadas en publicar poesía? ¿La
poesía, como producto libro, es una de las más comerciales? ¿Pueden vivir de
sus publicaciones los poetas?
Empecemos informando los datos estadísticos de la Cámara
ecuatoriana del libro, que ubica al género de la poesía en el cuarto tema más
publicado. Así, es evidente un aumento significativo de publicaciones de libros
en los tres últimos años, es decir, en 2016 se registraron y publicaron 122
títulos, en 2017, 142 títulos; y, 2018, 136 títulos. Esto, aunque el mercado
editorial esté gobernado por los libros de literatura infantil, novela y libros
de texto.
Más de una centena de publicaciones anuales dice mucho de un
país, sobre todo en un contexto donde se escribe y publica, la mayoría de las
veces, sin el apoyo o filtro editorial, donde el autor no termina de
desarrollar un proyecto poético y se lanza al vacío, enajenado más por la
emoción que por la razón.
En este escenario casi de desesperación, es fácil encontrar
una saturación de libros de poesía (o los encasillados así). Libros que
contrariamente no copan las perchas de cadenas de librerías a nivel nacional
(salvo las librerías independientes) y cuyo sistema de comercialización se da
casi siempre en las presentaciones o una venta a cuenta gota desde los sellos
editoriales que los respaldan, o a través del mismo autor.
La poesía ¿Un género fácil
de escribir?
Se cree que la poesía es uno de los géneros más fáciles de
escribir (y en muchos casos de publicar), esto por la cantidad de poemarios que
anualmente circulan en el país. Libros que muchas de las veces no logran la
repercusión adecuada o no encuentran lectores; o, y esto desde otra orilla, se
vuelven libros exitosos dentro de sus espacios locales, y, sin embargo, sus
autores continúan siendo desconocidos en el panorama literario nacional.
Lo cierto es que la idea de que la poesía, como género literario,
es uno de los más fáciles de asumir, es algo que se arrastra, sin corregir,
desde los centros de educación inicial y media. Donde se va deformando la idea
de que todo cuanto se clasifique como poesía en verdad lo es. Donde el poema
rimado se elogia, donde se abusa del verso libre. Donde modelos como Dolores
Veintimilla no hacen más que reforzar la continuidad de una poesía lloriqueante
y lastimera. Donde la poesía en el país empieza en el romanticismo y termina en
el modernismo, sin atreverse a cruzar la frontera.
Kenia Gil Palma. |
La apuesta editorial
Los proyectos editoriales tienen, desde el inicio, claro el público
al que quieren llegar, los temas y géneros que desean abordar, la clase de
formato y materiales que buscan utilizar para que cada libro cumpla con el
objetivo trazado.
Y, sin embargo, saben que el género de la poesía no es un
género para las masas, que un poemario es el libro menos vendido, que el lector
siempre preferirá una novela con una historia clara antes que sumergirse en las
introspecciones, metáforas y hermetismo de un poeta.
Pero los proyectos editoriales les encanta asumir riesgos y
retos, es una forma masoquista de sobrellevar cada apuesta por un autor y su
obra. En este escenario casi desalentador (pero no del todo) se persiste para sostener
un género no comercial y continuar con la búsqueda de nuevos lectores.
Nuevas voces, una voz
Cuando Kenia me habló de su proyecto de libro me interesó la
forma en que me lo contó, pero sería después de leerlo que entendería la fuerza
contenida en este puñado de versos.
Karkínos tuvo un proceso relativamente corto de edición,
porque estaba casi listo, apenas dos o tres observaciones de forma que se
resolvieron rápido. Y esto, desde la mirada editorial, resulta una “bendición”.
Lo cierto es que Kenia se suma, y así lo creemos quienes
estamos desarrollando un catálogo editorial, a ese grupo de autores que están
emergiendo en distintas ciudades del país, autores alejados uno del otro en
cuanto a estilo, imponiendo su sensibilidad desde sus temas abordados.
Nueva colección
Karkínos inaugura la colección de cuadernillos poéticos, a la
que en las próximas semanas se integrarán dos autores más a nivel nacional.
Esto sigue siendo un síntoma de que se continúa creyendo en la poesía, no como
un género literario comercial, sino como un género que busca sostener cada
proyecto poético.
Quizás no se entienda el que una editorial decida publicar
poesía antes que relatos o novelas, pero lo cierto es que la provincia y el
país cuenta con voces que han permanecido invisibilizadas, ocultas por la falta
de oportunidades y proyectos editoriales en Manabí. Voces, muchas veces
sepultadas entre legiones de gritos publicados. Ahí, quizás, el trabajo sucio
de una editorial, de ir apartando y buscando autores y obras que digan algo en
medio de la nada.
Manta, 21 de noviembre 2019
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