jueves, 14 de agosto de 2008

Ese vacío persistente




desearía no saber ahora

lo que nunca supe entonces...

una retrospección

los recuerdos me castigan una vez más

a veces recuerdo todo el dolor

que he visto

a veces me pregunto

qué pudo haber sido...

Anathema, Regret

Recuerdo haber leído que Dylan Thomas en cada uno de sus recitales dejaba confirmada su labor de poeta, que Bukowski antes de subir al escenario prefería vomitar un poco para aplacar los nervios y ser el tipo que era frente a los demás. No puedo ni lo uno ni lo otro. No busco ni lo uno ni lo otro.

Solo es el vacío persistente que está antes y después de leer en público, lo que me marca; esa nada absorbiéndome lenta y desesperadamente hasta prenderme de un cigarrillo (al que ya he dejado en paz y al que sin embargo vuelvo de vez en cuando) o de alguna botella al primer ofrecimiento. No son nervios, menos el llamado pánico escénico. No, es algo más, un absurdo que convive a mi lado, una sensación asfixiante que la realidad no puede aplacar.

Dejaré de leer en público. Quizás sea la solución a no sentirme tan desdichado una vez que bajo del escenario, que los aplausos se apagan, que me sumerjo nuevamente en el asiento en el que estuve antes de partir y salir de mi anonimato poético.

¿Que por qué tan depre a estas alturas de la semana? porque desde anoche que leí en el Banco Central de mi ciudad, el insomnio no ha dejado de agarrarme los sesos y machacarlos cruelmente, porque anoche ese vacío, esa nada, ha vuelto a prendérseme como siempre de las reservas casi agotadas de positivismo (ello explica mi escaso aparecimiento en público). No hubo ofrecimiento de botellas, solo cigarrillos, muchos cigarrillos contradiciendo mi adicción abandonada.

Ahora solo tengo ganas y fuerzas para sumergirme en las voces que brotan de dos parlantes: Anathema, Katatonia, Antimatter, My dying bride, Lucybell…mis lugares comunes, mis esperanzas comunes.

Dejaré de leer en público. Lo cual puede ser que ya esté ocurriendo, porque de las tres invitaciones en estos dos últimos meses, solo me he decidido por la última. Quizás mi despedida. Porque al final de cuentas lo que busco es ser un poeta y no un declamador ni lector frente a un público que espera magia en la poesía.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Neruda siempre hablaba del primer minuto poético que se encuentra presente en la vida del poeta,minuto original y único que no volverá a ser como los demás;inconciencias futuras como la de César Vallejo en " Y moriré en París con aguacero, un día del cual ya tengo recuerdo..." Y que me dice Miguel Hernández, el poeta pastor , el poeta soldado,no vegetó en esos sillones de los que hablaba siempre Rimbaud; llevó a la práctica el verso,lo vistió de fusíl. Entonces, qué es más la poesía,¿fe o alegoría?..Saludos..

K-OZ dijo...

y javier heraud
y leonel rugama
y paco urondo
y roque dalton
y rafael larrea
el poeta combatiente