Es temprano por la tarde y ha llegado hasta mi trabajo una joven que me trata de joven (sospecho que tenemos la misma edad, sin embargo sigo siendo para muchos un menor, de apariencia), dice ser narradora y pupila de un escritor de vieja guardia conocido por estos lares. No ha pasado mucho tiempo hasta que me ha dicho: la literatura que debemos hacer tiene que ser positiva y no negativa.
Puedo ser el flaco más sonriente que esta ciudad jamás haya visto, pero mi naturaleza no es la de ser el típico hombrecito que recorre las calles alegremente. Por eso el encasillarme como un tipo amargado y fúnebre, resulta aliviador para muchos que se preguntan quién mismo soy.
No puedo escribir acerca de lo positivo de la vida (algunas veces lo he intentado, pero resultan narraciones y poemas eróticos, ¿será que mi concepto de positivismo solo existe en el plano corporal? habrá que preguntarle a Noemí), porque no lo es todo; mi entorno no es el paraíso artificial que muchos escritores y no escritores viven diariamente. Mi entorno está plagado de violencia callejera, de hurtos, de necesidades, de oportunidades negadas, de envidia, de madres desesperadas, de padres resignados a lo peor, de amigos alucinados, de metal, mucho metal que habla de venas cortadas, cuellos adornados con sogas, estómagos repletos con píldoras, cabezas agujereadas por balas. Mi vida no es la vida rosa que mi amiguita le gustaría leer. Trato de no ser negativo, si no realista.
Pero es verdad: no tengo una vida nefasta al cien por ciento. Tengo una esposa que me ama, un bebé que solo sabe comer, gritar y gastar pañales como un fumador empedernido lo haría con cigarrillos. Una madre y padre, que aun divorciados son un soporte afectivo, hermanos con quienes cruzar palabras en torno a música y libros. Sin olvidar que de vez en cuando hallo libros cautivadores, encuentro con quienes charlar hasta el agotamiento, publico un nuevo número de mi revista de rock, y encuentro calma para pensar y borronear poemas.
Y sin embargo me resulta inconcebible escribir literatura positiva: estimular al lector a que vea el mundo con ojos sobrecargados de ternura, aflorar en él valores para hacer de este planeta un lugar mejor. No es lo mío. Ya existen autores que escriben acerca de lo positivo, aquellos que ostentan la bandera de la motivación personal, aquellos que han logrado resultados económicos precisos. Podría hacerlo por dinero, pero no tengo la menor motivación para escribir y motivar a los demás a hacer todas esas cosas que no hago.
Tal vez no fallan quienes me encasillan como un tipo sombrío. No puedo escribir de las cosas hermosas que nos rodean porque no son las que más me atraen para volver literatura. Entonces retratar la realidad tal y como es (con harta imaginación para volverla más escabrosa) no tiene nada de malo. Porque aún después de narrar y poetizar los horrores que nos circundan, el mensaje y la advertencia están implícitos: las ciudades son peligrosas, debemos andar con cuidado, la violencia aguarda desde las sombras hasta la claridad. No es ser negativo el escribir y describir la cotidianidad.
Ha pasado más de media hora para que la joven decida marcharse. Vuelvo a mis actividades, no sin antes poner en el reproductor Another face in a window de Antimatter. En el fondo creo que no se equivocan quienes dicen que soy un tipo fúnebre, obsesionado con metal que habla de venas cortadas, cuellos adornados con sogas, estómagos repletos con píldoras, cabezas agujereadas por balas... subo el volumen para apaciguar el perturbado espacio interior.
3 comentarios:
Muu bien dicho, Alexis. A mi juicio lo que hay es buena y mala literatura, lo otro es invento de los censores morales de la sociedad, que creen que escribiendo recetas van a llegar a algún lado. Nada que ver; el escritor debe crear su propio mundo narrativo, si ese es el tuyo, pues a seguir por la senda.
hace mucho tambiñen se criticaba a la literatura fantástica o de ciencia ficción por "evasiva", ahora se lo hace con la literatura urbana realista. Sin embargo, ambas tienen su sabor y sus lectores. LO peor es lo que tú señalas, escribir de algo que no se siente únicamente por dinero o por conquistar al aparato criollo. Hay que leer a Nabokos, sus ensayos, para entender la relación entre el lector y la literatura.
Un abrazo,
Juan
Acaso no dijo Heràclito:"carácter es destino", acaso no dijo Ledesma"mugre espesa del alma", o Medardo ante su fatìdica ciudad"imagen de mi alma tantas veces vencida."....
Creo en su "rugosa realidad", en su desorden incurable para la salud de la crítica, que aveces ignoran y acusan al poeta de dolor inventado...!!!bonanit señor escritor!!!...
Proheshor:
Estamos de acuerdo. Siempre me he preguntado ¿por qué toda la buena literatura es tan sombría?
Supongo que es porque la felicidad es vida, vida real: compartir con los que amas, conversar con los amigos. El que es feliz en su escritura... es un estúpido...
Abrazos, y a ver cuando te apareces...
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