sábado, 23 de noviembre de 2024

Librarse de la tragedia


 

El amor nos lleva a cometer las decisiones más absurdas, menos justificables, descabelladas, aborrecibles y casi siempre cargadas de pérdida. Nada puede contra aquello que se regurgita en el interior, que atraviesa y pisotea el sentido común, que brota como una causa en la que nos abanderamos sin importar el peligro y las consecuencias.

The Whale (2022, Darren Aronofsky) más allá de la historia del hombre con obesidad mórbida, del duelo interminable con el que carga, de la labor como profesor de literatura, de la ansiedad desmedida en su ingesta de comida chatarra, de la enfermedad como cuenta regresiva para su fin…es el drama de un hombre enamorado que desechó a su familia para entregarse a una causa individualista que lo acabó.

Así, Charlie, en su intento desesperado por conectar con la hija abandonada, de sobrellevar cada una de las situaciones al límite que ella le ofrece en su inagotable ira; al contrario de derrumbarse, intenta hallar en el desprecio, una excusa para recordarle que el amor hacia una hija también es valedero, aunque el pasado siga ahí como herida abierta.

Esta es la contemplación de un hombre enamorado y de duelo interminable ante su amante muerto; del hombre atrapado física y emocionalmente, que va moviéndose y rebotando dentro de un departamento viciado y sombrío; del hombre que va entendiendo que el amor fue —en su momento— una venda y lanza arremetiendo contra todo…

Por eso, en el cierre, cuando le dice a su hija: —“Lamento haberte abandonado. Estaba enamorado”, es la confirmación de que el amor es una trampa en la que todos, irremediablemente, caemos y pocos salimos librados de su tragedia.


sábado, 28 de septiembre de 2024

Reciprocidad al padre


 

Padre es el que cría, no el que engendra. Después del lugar común de la frase, se puede aterrizar Las tres hijas (2023, Azazel Jacobs) un drama que pone en escena a tres hijas (y la palabra tiene peso dentro de la trama) atentas a los días agónicos de su padre: el hombre que engendró a dos y que crió a otra. El hombre que enviudó dos veces. El hombre que, postrado sobre una cama, desahuciado por los doctores, espera el final de su existencia.  

Las tres hijas deben lidiar con la muerte inminente de su padre, también con las fisuras que la convivencia entre ellas, ahora como mujeres adultas, deja ver: la lejanía y prioridad de sus propias familias e hijos. La responsabilidad del cuidado paterno que parece solo un compromiso más social que amoroso. Por eso Rachel, la hermana que no es de sangre, la hija que ganó un padre y al que ha cuidado todos los años en que su salud se quebrantó, es la que sobresale como foco de atención. Y con ella aparecen lecciones claves dentro de la historia: dejar que las otras también aporten desde el amor e interés que pregonan, porque ¿de qué sirve decir que se ama a un padre si no existe la acción que lo demuestre?



Las tres hijas es un film que todo hijo debe confrontar, porque lo incómodo de la historia es reflejar la indiferencia, la poca empatía, el desinterés por el otro que se filtra y sacude al espectador. Porque padre no es el que engendra, es el que cría. Y también hija no solo es la engendrada, también la criada, que reconoce la reciprocidad moral que tiene sin que nadie le acentúe su responsabilidad.

El final surrealista es un cierre enternecedor. El sueño de premuerte para apaciguar a las hijas y curar las heridas del pasado. Porque ese padre, hasta en su peor momento, logra su objetivo paternal: la conciliación entre las suyas.


miércoles, 25 de septiembre de 2024

Francisco Bedoya: “Mi obra se mueve en mostrar como el amor se oculta en algo más”


Francisco Bedoya es actor, director y dramaturgo ecuatoriano. Director del colectivo “Susurros Teatro”. Su trabajo se ha desarrollado en pedagogía, dirección, actuación y literatura además de mantener varias obras en escena. Ha publicado en narrativa Recolección de vivencias para sostener una guerrilla urbana (Cactus Pink, 2021), Susurros de la calle (CCE, 2019), Los que vendrán 18-19, Antología del novisísimo cuento ecuatoriano (Cactus Pink, 2018). Autor del texto Yo soy José María Espinoza para el Proyecto “Bicentenario 2022, 12 Obras”.

A propósito de su reciente libro titulado ¿Amor? O ¡Amor! O Amor (2024) que reúne varios de sus textos teatrales y que tendrá una primera presentación el sábado 28 de septiembre, lo contactamos para dialogar de lo que significa escribir y publicar teatro. Un género siempre escaso de leer por estos lares.

 

Francisco ¿cómo te sientes más cómodo, actuando o dirigiendo?

Me gustan las dos por igual, actuar o dirigir conlleva responsabilidades distintas y complejas que, según el tiempo en el que he estado en el arte escénico, si te encuentras cómodo en cualquiera de las dos, o según mi parecer, en cualquier cosa que hagas, ya lo lograste, ya te moriste, es como que ya llegaste a una paz a un equilibrio y en esa comodidad, paz, equilibrio te estancas. Para mí el estar siempre fuera de mi zona de comodidad me ha ayudado mucho a crecer. Pero en el fondo más me gusta escribir y enseñar teatro, creo que debe ser porque ya he dirigido algunas obras y no he actuado en muchas.

 

¿Cuán complejo es pensar y escribir una obra de teatro?

Depende de la obra, me gusta trabajar haciendo obras bajo pedido, recibo ciertas características y en base a eso realizo la obra, muchas veces a ese tipo de trabajo es un reto muy divertido.

Escribir obras a las que puedo llamar propias se me hace más complejo la mayoría de las veces, en ocasiones entro en no poder definir cual queda del universo de ideas en las que caigo al crear, y otras ingreso en un vacío tan profundo que me provoca realizar otras actividades antes de escribir una letra.


¿Has interpretado tus mismas obras?

¡Claro! Fui “Persona” en una obra llamada “La secretaria de suicidios” también muevo Lecturas interpretativas en las que leo mis cuentos interpretándolos de manera performativa o sensorial con Maritza Marmol, esposa mía y actriz productora de Susurros Teatro.

 

Escribir y publicar teatro ¿por qué?

Porque es la única forma literaria que invita al lector a transformarse en otra cosa, yo he visto a personas que nunca han leído o han visto una obra de teatro o guion y se sorprenden mucho al leerlo y lo empiezan a interpretar por el simple hecho de leerlo. La dramaturgia nos libera de lo que somos, nos guste o no ser lo que somos, nos da la oportunidad de ser otros y eso es muy rescatable para mí ya que es lo único seguro que tenemos como seres humanos, que siempre cambiamos.

 

El amor es una construcción dual donde siempre hay pérdida ¿por qué abordar este tema dentro de ¿Amor? O ¡Amor! O Amor?

Porque me di cuenta que mis obras de teatro hablan mucho de amor, y ahora que lo relacionas con la pérdida, me haces pensar más que todo en el equilibrio, la búsqueda de un complemento o un igual o un loquesea, que al irse asumimos como perder algo, pero que nunca nos perteneció. Para mí en el amor hay más unión que pérdida, y pensar por qué estoy unido a esta persona, sea por una decisión, o por miedo, o porque me hace reír, o por dinero o por cualquier cosa.

 

Amor sin desamor es casi imposible, pero dentro de esa dicotomía ¿qué más se puede ver-analizar desde el teatro? ¿Qué más ofrece tu obra literaria?

El teatro siempre te va a ofrecer una multiplicidad de sentidos y opciones de lo mismo, el teatro nos da la oportunidad de cambiar la realidad que estamos creando y vivir otra, poder transformaros siempre en lo que queramos, eso podemos analizar-ver desde el teatro al amor o al desamor, verlos como algo que creamos una y otra vez de múltiples formas.

Lo que ofrece mi obra. Ya he trabajado en cuento, novela y ahora dramaturgia, en mi camino para poder alcanzar el “ser escritor” algún día, creo que debo crear algo más íntimo, que me lleve a mi familia, a mis ancestros, en un futuro sacaré un libro de la vida de mi abuelo. 




 

¿Has agotado el tema del amor en tu obra teatral?

Para nada, creo que este texto es como un darse cuenta de lo que he estado haciendo para poder hacerlo de una manera más consiente en un futuro. Aunque ahora estoy explorando la sátira política.

 

¿Puede el amor ser una causa revolucionaria y contracorriente? ¿Se mueve tu obra por ese territorio?

Por su puesto que puede ser, esas causas serían dos lugares en los que el amor se ocultaría para poder ejercer su magia, como esa fuerza poderosísima de unión, con la que los humanos nos chocamos constantemente. La obra “El Grupo Artístico de Revolución Armada” es una obra en la que exploro el amor, como un pretexto para crear una revolución, pero que muy en el fondo es un amor obsesivo por un lado y desesperado por el otro.

Mi obra se mueve en mostrar, desde mi visión, como el amor se oculta en algo más, sea este algo una decisión, una revolución, un trauma, una obsesión, lo que sea, a la larga es un pretexto para unirnos a cualquier cosa, sean personas, objetos, animales, lugares, etcétera.

 

¿Qué sientes al final del día cuando repasas tus textos teatrales?

Me sorprendo mucho, cada vez que releo mi teatro lo imagino de maneras distintas, es lo genial de este arte, siempre puede ser hecho de maneras distintas, siempre debe ser nuevo, porque está vivo y como todo lo vivo puede morir, esa muerte lo hace irrepetible, y nos hace como artistas escénicos buscar la forma de hacerlo inolvidable para el público.


lunes, 23 de septiembre de 2024

Fernando Argandoña Velasco: “Mis novelas y cuentos tienen conexión entre ellos”


Fernando Argandoña Velasco es originario de Bahía de Caráquez, cantón manabita. Es Ingeniero agroindustrial y magíster en educación básica. Sus textos, cuentos y novelas cortas empezaron a publicarse en plataformas virtuales, espacio donde ha logrado darse a conocer. Pero es su novela corta Secretos de Quimera la que lo está visibilizando como narrador y ha puesto en el mapa de los jóvenes autores ecuatorianos.

Actualmente es docente en la Unidad Educativa San Isidro, donde reside en la parroquia del mismo nombre. Contactamos con él para conocer más de su ópera prima que por estos días empieza a llegar a librerías y lectores, y se prepara la presentación oficial en algunas ciudades del país.

 

Fernando ¿cuándo nace tu interés por la literatura?

Desde la escuela tuve la suerte de poder acercarme a la literatura, en esos tiempos en mi pueblo había un puesto de revistas y mi padre siempre me compraba historietas de Kaliman, Mándame y Condorito, también recuerdo que estudié en la escuela Velasco Flores y que en ella pude leer adaptaciones literarias para niños sobre Simbad el marino, Cumandá, entre otras.

Creo que todo lo mencionado anteriormente desarrolló en mí el interés por la lectura y la literatura, lo cual se acentuó más al crecer y descubrir todas las sensaciones que produce leer historias apasionantes y envolventes.

 

Se afirma que todo escritor es primero lector ¿Qué autores y obras te han marcado como lector?

En mi caso fue el poema El Cuervo de Edgar Alan Poe, luego de leer y disfrutar de aquel poema quedé fascinado con el estilo y la manera de escribir de este autor que se convirtió en uno de mis favoritos.



¿Cuándo tiene su germen Secretos en Quimera?

Como docente de la Unidad Educativa San Isidro he tenido la oportunidad de conocer y dialogar con jóvenes estudiantes, muchos de ellos apasionados por la lectura, en cierta ocasión escribí varios cuentos cortos sobre temas cotidianos y se los compartí, al ver que a los estudiantes les gustaba lo que leían y me pedían que escribiera una historia más larga de suspenso me animé a hacerlo, así surgió Secretos en Quimera, como una novela corta en la cual el suspenso te envuelve y el final es inesperado, surgió como un deseo por incentivar la lectura entre los jóvenes.

 

Viviendo en un país como Ecuador ¿es posible que las historias que se desarrollan puedan estar más allá de la violencia que rodea?

Considero que la novela Secretos en Quimera va más allá de la representación de la violencia o el crimen, es cierto que en la historia ocurre un robo y un asesinato, pero la historia profundiza más en las motivaciones personales, psicológicas y hasta colectivas qué llevan a los personajes a involucrarse en dicho robo, los personajes son variados y con personalidades distintas que permiten al lector identificarse con algunos de ellos, aborrecer o criticar el proceder de unos y admirar ciertos rasgos de otros, permitiendo que el lector se sumerja en el desarrollo de la historia y de los personajes que la conforman, creo que la novela va más allá de la mera ejecución de un plan de robo, se centra en la vida de los personajes y como estas circunstancias los cambian positiva o negativamente.



 

¿Podría Secretos en Quimera considerarse un retrato a grandes rasgos de la sociedad ecuatoriana?

Creo que los personajes tienen características bien definidas, el hombre introvertido, la mujer que es hermosa y vanidosa que usa sus atributos para ser el centro de atención, el hombre mujeriego con un don para hablar y convencer a las personas, el jefe prepotente y corrupto, la joven pasante religiosa optimista y alegre, etc. Sin embargo, no creo que estos personajes sean necesariamente una representación de la sociedad ecuatoriana, si bien es cierto que quizá ciertos rasgos de los personajes podrían hacer que un grupo de lectores se sienta identificado con alguno de los personajes, considero que la sociedad ecuatoriana es mucho más variada y compleja. Además, nunca fue mi intención retratar una realidad de nuestra cultura o sociedad a través de esta historia, sino más bien crear una historia que lleve al lector a sumergirse en el suspenso y que mientras conoce a los personajes y el desarrollo de la historia intente descubrir cuál de ellos pudo haber realizado el crimen sobre el que se centra la novela.

 

¿Qué otros textos mantienes inéditos?

Tengo dos novelas cortas: Misterio en el parque temático (terror) y El buho negro (acción); además otros trabajos como Cuentos de San Isidro (recopilación variada de cuentos) y Romances (historia de relaciones amorosas).

 

¿Qué consideras es lo más interesante de tus proyectos literarios?

Todas las novelas y cuentos que he escrito tienen conexión entre ellos, ocurren en el mismo sitio (San Isidro) y en ciertas ocasiones convergen los personajes y las historias.

Mi proyecto es crear un universo en torno a estas historias, logrando una sinergia entre las mismas y creando nuevas historias que incentiven a las personas a la lectura y a sumergirse en los mundos y situaciones que la literatura nos puede brindar.


martes, 20 de agosto de 2024

La calle es un escenario de pérdida


 

¿Qué encanto tienen los perdedores que sus historias cargadas de fracasos y caos siempre atrapan al lector? ¿Será que el lector encuentra en esta clase de historias una proyección de su pasado o presente? ¿El perdedor es el verdadero antihéroe de toda tragedia?

Mooch (2011, Sajalín) de Dan Fante (imposible no mencionar: hijo de John Fante) es una historia en la mejor escuela del realismo sucio: la calle como escenario de pérdida y sobrevivencia, de escape a la realidad; drogas, alcohol, sexo y una reivindicación que parece imposible en sus personajes.

Esta novela, al puro estilo Buwoskiano, que es decir al puro estilo Fante (padre), cuenta la historia de un alcohólico que ha tocado fondo, que ha vuelto a levantarse y recaer, que asiste a reuniones de NA, que tiene un padrino que vela para que no vuelva a tropezar. Un tipo que anhela se convirtió en escritora (tal vez no como su padre, pero algo cercano) y que va retratando su vida desde la ficción más enloquecedora.



Una historia donde el amor trastorna, donde el influjo femenino resulta en la perdición del adicto, que va al abismo por ella, que se deja arrastrar porque ha dejado que el sentimiento lo domine.

Este antihéroe no es un modelo para seguir, sin embargo, en medio de la desazón de su recorrido, al final hay esperanza, es decir, un autorreconocimiento que está bien hacerse el tonto, pero no para siempre, que nunca es tarde para despertar de cualquier embrujo, y que la fuga líquida puede asquear y mantenerse a raya.


sábado, 17 de agosto de 2024

Vivir lejos de un teléfono es posible


 

A estas alturas reconocer que la adicción a un teléfono celular es algo real, es un lugar común, sin embargo, el que un individuo reconozca la adicción es un tema del que se continúa hablando-analizando e intentado dar solución, algo difícil en un mundo donde la existencia se determina en la conectividad, en la presencia virtual desde alguna o todas las redes sociales; mostrar, demostrar, existir…porque estar apagado, fuera de línea, es la muerte.

De eso va No puedo vivir sin ti (2024, Santiago Requejo) la más reciente y tragicómica historia de Carlos (protagonizada por Adrián Suar) un hombre adicto al teléfono que ha descuidado a su familia. Nada rara la historia del protagonista: el típico individuo promedio que vive 24/7 pegado a un teléfono, que justifica la importancia del trabajo y la conectividad, que se distrae, que se siente vivo junto a su móvil y que el hecho de no estar en línea significa desaparecer.

Esta dependencia la vemos a nuestro alrededor, solo es cuestión de apartar la mirada de la pantalla (donde se está leyendo esto) y ver alrededor: hombres sonriendo, mujeres suspirando, niños que no pestañean, adolescentes sudando frente a todo el contenido que ha sido creado a su medida, un distractor capaz de invisibilizar a sus amistades, familiares y hasta amores; una trampa de la que pocos reconocen estar atrapados y solo algunos deciden salir.


¿Hay vida lejos de un teléfono? Si, pero pocos han decidido, ya que, en un mundo determinado por la masa, por lo que hace el conjunto, por la imitación, porque no hacerlo es desencajar y desencajar es sinónimo de exclusión, es mejor ser parte del rebaño.

Vivir lejos de un teléfono es posible. Vivir sin grabar cada una de las actividades del día a día (para demostrar la existencia) es posible. Desconectarse sin creer que el mundo se acaba, es posible. No puedo vivir sin ti es una crítica (aunque contradictoria viniendo de una plataforma streaming de la que pocos escapan de sus tentáculos distractores) al fenómeno de la conectividad, del uso excesivo y adictivo a un dispositivo móvil, de como el mundo virtual termina excluyendo al mundo real y a los que importan en torno a cada individuo.


viernes, 12 de julio de 2024

El amor tiene fecha de caducidad


 

Kathleen y Frank están en una cafetería. Él le dice, cambiando el tono de voz y mirándola fijamente, que ya no la ama. Ella entre sorprendida y alegre le responde sonriendo que tampoco lo ama. Y ambos sonríen de lo bien que están sobrellevando la ruptura. Luego él sacará las cosas que guardaba en el departamento de ella: ropa, libros, máquinas de escribir y chucherías que desea conservar.

Kathleen Kelly y Frank Navasky son personajes de You've Got Mail (1998) de Nora Ephron. Una comedida romántica que siempre tiene lecciones para el ahora (aunque hayan pasado 26 años de su estreno). Una estampa noventera que continúa volviéndose referencial al momento de hablar de relaciones de parejas.  

El pasaje de la ruptura entre Kathleen y Frank no solo habla de la madurez emocional de ambos, porque el aceptar que el apego hacia el otro se ha diluido, reconocer que lo que un día se dijo “amor para siempre” tiene fecha de caducidad, no es para todos.

Es cierto que la ruptura no solo tiene como trasfondo la monotonía, que los intereses de la pareja fueron cambiando con los años, el trabajo, la ciudad como abismo atragantando en sus dinámicas…también el conocer a otras personas, en el caso de Kathleen a un desconocido con el que mantiene un nexo epistolar desde el e-mail, mientras que Frank ha quedado ilusionado con una periodista que lo ha entrevistado por su labor como ensayista.  

¿Puede el amor sobrevivir en estos escenarios? ¿Cuándo el amor deja de ser amor y se transforma en amistad y costumbre? ¿Hay amistad más allá del amor extinto?

Kathleen y Frank terminan su relación sentimental en buenos términos. En la ficción, que es la película, no se volverán a ver ni saber nada uno del otro, cada uno tomará caminos diferentes, junto a personas distintas. Tal vez algún día, como le sucede a muchas parejas en la realidad, rememorarán lo que significó estar juntos, quizás extrañarán esos días y las vivencias, se verán en los lugares frecuentados, o por azar coincidirán en algún pasillo de centro comercial, se saludarán y dirán frases de ocasión o simplemente voltearán al otro lado, donde el paisaje no los muestre.

lunes, 8 de julio de 2024

Volver creíble lo increíble


Nada es fácil la reconstrucción biográfica de un artista. La búsqueda de fuentes bibliográficas para lo anterior se vuelve una tarea compleja, donde el detalle y la precisión son elementos claves dentro de este proceso. Si embargo, cuando se advierte que una obra se trata de una biografía novelada, se entiende la licencia literaria de fondo: ese territorio cargado de ficción, donde habitan paralelismos con la realidad del pasado, sin pretender ser un calco de lo vivido.

Porque se trata de volver creíble lo increíble, una empresa literaria que pocas veces, dentro de la ficción, tiene éxito. Y no porque la historia que se narre carezca de elementos similares al pasado, sino que dentro de la ficción novelada no se logra el objetivo de volverla creíble y con ello muchas empresas literarias han sucumbido.

No es el caso de Las palabras del aire vacío. La novela de Kafka (UCuenca Press, 2024) de Jeovanny Benavides. Porque con esta novela se acentúa el trabajo de un narrador punzante y de bastante imaginación, también da cuenta del escritor metódico que trabaja en los detalles de una historia: el paisaje, los silencios, el ambiente apabullante, entre otros.

Dos momentos hacen de esta novela una obra sobresaliente: 1, el reflejo de un personaje obsesionado con la escritura, pero no con el hecho de escribir y publicar, sino tal vez con el verdadero sentir de pocos escritores: escribir y exigirse la construcción de historias que pasen la prueba de fuego de su misma perfección. 2, la soledad como sombra que persigue al protagonista, más allá de las relaciones amorosas y al parecer incorruptibles. La soledad como una compañera que siempre está, que lo deja por temporadas, pero que regresa, quizás porque hay una búsqueda de fondo que se clama.

En esta novela contemplamos al Frank Kafka que las biografías oficiales y las leyendas en torno a su figura, nos han ofrecido: un hombre entristecido e incomprendido, que se siente desencajado de su entorno, junto a colegas escritores, que ve con duda sus obras literarias, que escribe y desecha, que escribe y poco conserva, que le teme al compromiso, que le aterra la idea de dejar de escribir.

Benavides con esta novela, con la novela de Kafka, cumple con uno de los principios de todo escritor: volver creíble lo increíble, haciendo que como lectores sintamos el ambiente sofocante que es el recorrido de una vida, de ese personaje ensimismado, amante de la soledad, entregado a una causa sin gloria llamada literatura. 

 

viernes, 21 de junio de 2024

Amar a dos y no morir en el intento


¿Se puede amar a dos mujeres a la vez? ¿Tener dos familias sin que ninguna de las dos sepa de la existencia de la otra? ¿Mantener dos hogares, poseer dos vehículos, tener el capital suficiente para todo ese conjunto que se “ama”? ¿Se puede hacer esto sin nunca ser descubierto?

Corazón loco (2020) de Marcos Carnevale, es una comedia, tal vez podría catalogársela de “comedia romántica” (así con comillas porque seguro a muchas y muchos no le causará risas) que se mueve en una trama sencilla y común, sobre todo en Latinoamérica donde el tema de la infidelidad parecía ser de rigor en cada relación sentimental. Un hombre y dos mujeres, un hombre de corazón “loco” que lo tiene todo.

La postura de su protagonista, más allá de la telaraña de mentiras en la que se mueve para hacer que su torre no se vaya a pique, es la que interesa. Porque Fernando ama a dos mujeres, no se trata (desde su posición) de un hombre casado y con amante. No, se trata de un hombre que ama a dos, que ha dividido su corazón en dos, que tiene un amor grande capaz de compartirlo y con ello lograr la felicidad total.



Esta posición (¿sin vergüenza? ¿normalizada?) es la que hace que esta trama despierte atención. No se está ante una nueva versión de Dos mujeres, un camino, menos alguna biografía de algún ecuatoriano promedio ostentando a dos mujeres, logrando que sus hijos desarrollen orgullo de la postura machista de su padre, no, estamos ante un modelo que intenta justificar la “posesión” de dos cuerpos, que anhela una deconstrucción ante la idea de la infidelidad. Un macho a carta cabal, como se identifica desde sus actos.  

En su posición de poder, su protagonista, teme no ser entendido, porque lo suyo está fuera de la traición, él es un innovador (que ha olvidado a los antiguos mormones o los musulmanes) incomprendido y juzgado por sus dos “mujeres” que en algún momento entienden su rol y cortan el lazo.

Quien esté libre de “pecado” que lance la primera piedra sobre Fernando y su postura. ¿Un corazón se puede dividir en dos y entregarse en igual proporción? ¿Podría preguntarle a mi vecino que es otro Fernando? ¿Cuántos Fernando andan por ahí orgullosos de su corazón loco? ¿Cuántas madres podrían sacar pecho (porque las hay) y decir que su hijo es también un Fernando?

 

miércoles, 19 de junio de 2024

Todo trabajo antológico tiene sus niveles

 



¿Que qué me atrae de una muestra narrativa de autores nacionales? La posibilidad de encontrar a nuevas voces, voces que están fuera del radar literario del país, tal vez que no han publicado o que solo lo han hecho en otras muestras y en espacios digitales, autores que me digan algo desde sus historias. Eso busco.

El Taller Cultural Retorno tiene varios años detrás de muestras poéticas y narrativas, dándole la posibilidad a que muchos autores, sobre todo quiteños, puedan difundir sus poemas o cuentos. Algunos de estos autores han continuado publicando y teniendo presencia en escenarios literarios, otros desaparecieron.

Como todo trabajo antológico tiene sus niveles, en este caso con historias que no despegan del todo, que son a penas tientos de algo mejor: incluso algunas que no dan la talla para un cuento, que solo llegan al relato anecdótico. Pero esto es lo interesante de libros de esta naturaleza: servir de contraste entre textos desarrollados y otros no.

En este contexto celebro las historias de Salomé Andrade González (El monstruo) y Alejandro Gallegos Rojas (Thordia, mi ramo de rosas), que por primera vez leo algo de ellos, además recomiendo, para quienes accedan a la antología, los cuentos de Juan Secaira (Perderse por mil despechos) y Cristian López Talavera (El lechuga). Todas estas historias en La hora terminó (2024, Taller Cultural Retorno).  


martes, 11 de junio de 2024

El pasado es una pregunta multiplicada


El pasado es una montaña empalagosa que el escritor extasiado en ella no para de devorarla hasta creer quedar saciado. De todo esto y más va el reciente poemario de Gito Minore (Argentina, 1976), Donde es imposible salir ileso (Clara Beter Ediciones, 2024). Un trabajo que desde las tres partes que lo componen (Tan intenso, tan bello; No pasó en vano el verano; ¿Escombros de lo que fuimos?) habla del ayer, del fracaso y del recuerdo como amalgama para amasar todas las conjeturas posibles.

¿Una autoflagelación? La voz poética reflexionando sobre lo que se es y se ha dejado de ser, sobre lo que se asume se es y también la apariencia del ser. Todo un entramado filosófico para abrir preguntas, cientos de ellas en torno al tema de la sobrevivencia o una contemplación fantasmagórica. De ese ahora que al final del día se vuelve a cuestionar una y más veces, que no termina de convencer, donde hay alertas, todas esas trampas que el mismo individuo se ha minado y pretender reventar. 




 

Todo porque en estos poemas persiste una desazón, una mirada al pasado, esas escenas para rememorar con quebranto e indignación, porque no hay recuerdo sin dolor, no hay dolor sin aprendizaje, solo el enemigo interior que es uno mismo. Así, el fracaso se presenta en cientos de formas, en cientos de voces y decires para aniquilar los sueños y la misma sobrevivencia.

La voz poética reflexiona —como debe ser la madurez de toda voz— de lo incumplido, del anhelo jamás alcanzado, de los intentos a media, de todos los casi que disfrazan el desenlace de la vida, esa meta que se va retrasando con vergüenza.

En estos poemas (y también las prosas poéticas) se evoca un pasado del que desde el principio se pone en duda de si el recuerdo puede ser manipulado hasta el límite de inventarlo todo. No de edulcorarlo, si no iluminar las partes ocultas, lo ensombrecido por los años.

Poemas duros, poemas para reflexionar, para ponerse en los zapatos de la voz poética. Tal vez porque la región es la misma, quizás porque la decepción es universal, lo cierto es que los poemas de Minore son de una factura envolvente que cumplen su rol esencial: volverse poesía vital retumbando en otros.  

martes, 4 de junio de 2024

Sobrevivir en un mundo sin trabajo


 

El éxito, dentro del mundo capitalista en el que nos desenvolvemos, se resume en poseer una casa, un carro, una familia, hijos o un perro, y, sobre todo, un empleo que logre sostenerlo todo. Un oficio cuya remuneración cubra los gastos básicos y lujos.

 

Esa vida, sin embargo, no es para todos, menos en países como el nuestro donde la precarización laboral se acepta con normalidad, donde los empleos y su salario básico solo cubren a media los gastos, donde las deudas (de distinta índole) se vuelven una sombra en cada individuo que lo persiguen y acorralan.

 

Nadie es eterno en un puesto de trabajo (ni los funcionarios del Estado), todos están propensos a ser despedidos por alguna razón. Aunque el sueño de muchos continúa siendo el de jubilarse en un puesto y luego intentar “vivir” de una pensión.

 

Pero ¿qué pasa cuando la desesperación por trabajar, aunque sea de forma precarizada, en lo que sea, se vuelve imposible? ¿Cómo reaccionar cuando se es de edad madura y los empleadores pretenden abusar y humillar? ¿Puede convertirse el anhelo de un empleo medio estable o estable en el causante de una ira desbordada?

 

Todas las preguntas anteriores tienen respuesta en Recursos inhumanos (2020, Ziad Doueiri), una miniserie para acentuar que el de terror actual no proviene de monstruos ni alienígenas, sino de un despido, de la falta de un trabajo, de un salario, de la imposibilidad de cubrir los gastos mensuales, de creerse un “inútil” dentro de la sociedad consumista.

 

Ese terror, sin duda, es el causante de una violencia que no se justifica, pero que lo intenta desde la desesperación: no tener dinero es desaparecer, sin qué comer, beber, donde vivir. Es la clausura a una vida “normal” dentro de un mundo que no da las garantías de mejorar, solo empeorar.  

martes, 28 de mayo de 2024

Los detalles menos espectaculares



Uno carga con la soledad como algo natural; traje maltrecho que se viste desde un ritual individualista, donde la normalidad mantiene un ritmo complaciente, porque hay vida, y en ese latido y reconocimiento de las cosas alrededor persiste una satisfacción suficiente.

Eso y más es Perfect days (2023) de Wim Wenders, el retrato de un hombre que parece disfrutar de su soledad, del silencio únicamente roto por la música (clásicos de una época que rememoran quizás un tiempo mejor, un tiempo de compañía), de una rutina que mantiene a toda costa y un trabajo que enorgullece, porque se hace con ahínco.

Es en esa cotidianidad donde su protagonista no solo se regocija, también da una lección: en las cosas sencillas habita la riqueza de un hombre, en la música se puede proyectar la vida, en recorrer la ciudad en bicicleta con el viento chocando en la cara, en ver los espacios que la urbe y su velocidad esconden…

Y aunque, dentro de la historia, este ritmo se interrumpe brevemente con la presencia de una sobrina que ha huido de casa y con ello se abren viejas heridas familiares con su hermana, o porque el amor parece no llegar más allá de lo platónico, siempre será un buen día para volver a la normalidad, a ese mundo en donde todo encaja y debe mantenerse así, porque la vida y la felicidad está en los detalles menos espectaculares.



domingo, 19 de mayo de 2024

Un recorrido desde el borde urbano


En Todo lo inhumanamente posible (2024, Del volcán ediciones), Diego Rojas Arias (Pasaje, 1986) reúne su obra publicada del 2013 al 2023, con un objetivo claro: acentuar lo mejor de su poesía publicada en una década y compuesta por tres poemarios que se han movido dentro del underground literario de Ecuador.

Este movimiento desde el margen no ha sido a propósito, sino asumiendo las condiciones ofrecidas por el contexto literario nacional, uno en el que reconoce su rol y del que ha escrito en su obra. Esa casa, que es el libro en mención, donde el grito convertido en poema va retumbando calles y callejones, y todos los tugurios prohibidos para otros.

Fiel a su estilo descarnado, entre la poesía de la experiencia y lo marginal, sus poemas son un recorrido desde el borde urbano, en escenarios salvajes, donde la voz poética, describe, detalla, desconcierta y sucumbe en su propio laberinto.   

Tal vez, este es el libro con el que soñó su autor (el título procede del tercer apartado de su poemario La poesía con sangre entra de 2015), una selección que, en medio del caos vivencial de su voz poética, guarda armonía. Un libro que le vendrá bien a cualquier nuevo interesado en conocer y engancharse a su obra, donde el lector siempre sale sacudido.  

 

sábado, 16 de marzo de 2024

No hay heroicidad en los enfermos

Siempre las vacaciones son una fuga, sea de trabajo o presión dentro de la familia. Sí, hay diversión porque eso se busca: una distracción de lo cotidiano, algo que dañe, por un momento, la línea, que remesa todo, que tal vez vuelva a existir un orden después de la sacudida y relajación.

No siempre las vacaciones terminan siendo espacios de relajación, al contrario, muchos factores provocan estrés. Y en vez de superar los problemas, estos se ahondan y se yace en el caos.

Viejos (2021, M.Night Shyamalan) tiene una particularidad más allá de la historia, de que sus protagonistas representan a conejillos de india, simples pruebas experimentales, a penas sacrificios por el bien de la humanidad (como daría a entender uno de los personajes) lo que habita en esta historia es la confrontación tanto individual como colectiva, es decir, hay problemas, esas cargas con la que lidian los personajes, y otras en la que deben manifestarlas los unos a los otros para tratar de entender y entenderse.

Hay un tema secundario: el amor y sus fisuras. Porque todas las parejas que están atrapadas en la playa tienen problemas, ninguna visible, pero todas cargando con ellos en su interior. Desde los protagonistas que han optado por hacer un último viaje juntos antes de divorciarse (él no ha podido del todo con la infidelidad de ella); el doctor y su esposa plástica que parece un trofeo que exhibe por todos lados (sin olvidar el hecho de que el hombre continúa bajo la sombra de su madre que los acompaña); la pareja interracial que buscan a toda costa paz, una que resuelva los problemas graves de epilepsia de ella); y luego la pareja de niños que en brevedad se convierten en padres.


Es cierto que la historia tiene como eje a una playa donde se acelera el tiempo y con ello se acorta la existencia. Los niños crecen y se convierten en adultos, los adultos envejecen y los viejos en poco tiempo fallecen hasta convertirse en polvo. Un espacio terrorífico donde no hay escapatoria. Un lugar donde envían a enfermos graves o terminales, sin consentimiento, para ser parte de pruebas médicas.

No hay heroicidad en estos enfermos, porque a nadie se ha pedido su consentimiento para estar allí. Ninguno de ellos, a pesar de la gravedad de sus enfermedades, creen que morirán en poco tiempo. Lo que si hay es una expiación a nivel personal: lidiar con sus demonios y todo el mal que los carcome.

Película de terror, pero no por la playa y su tiempo acelerado, por los muertos y ausencias con los que se lidia; tal vez el mayor terror (y de eso su director ya ha hablado antes) es la confrontación con uno mismo en esa búsqueda de paz.

 

sábado, 17 de febrero de 2024

Ancianidad y horror


 

El mayor terror para una persona sin duda es imaginar qué será de él o ella en su etapa de anciano (si es que la muerte “natural” no le llega en forma de bala perdida mientras ve la televisión o va por la calle). ¿Dónde estará? ¿Podrá valerse por sí misma? ¿Quién velará por ella? ¿Tendrá cubierta sus necesidades básicas para morir sin la desesperación de la sobrevivencia?

Descuida, yo te cuido (2020) de J. Blakeson, más allá de la historia en sí, del humor negro que aparece, de la tensión y violencia, de los personajes y todo el cliché denotado, hay un tema de preocupación que hace sonar todas las alertas: ¿Quién se aprovecha de los ancianos? ¿La tutela de ancianos en verdad es beneficiosa?

El hecho de que el mundo lo componen dos tipos de personas: las aprovechadas y las que se dejan, es una sentencia que existe y sucede constantemente. Quien miró hacia los ancianos, quien pensó en ellos y los beneficios de su tutela, avizoró posibilidades comerciales sin riesgo.

Este aprovechamiento funciona más en países desarrollados, donde las pensiones de jubilados son altas, donde las condiciones de vida son increíbles en un contexto suramericano y menos ecuatoriano. Sin embargo, sucede, y como ocurre en la ficción, los ancianos están indefensos y silenciados; drogados y en una burbuja sin defensa hasta su muerte. Todo un sistema de corrupción que resalta la “labor social” del aprovechado y juzga al inconforme que intenta rescatar a su familiar.

Una situación que más allá de la ficción tendría que interesarnos a todos. Salvaguardarnos de esta nueva especie de depredadores, de esta nueva generación de vividores caza fortunas. Porque afuera, dentro de oficinas, en despachos elegantes, otros buscan y miran a quien someter, y ese mundo de terror es un riesgo que está a la vuelta de la esquina para todos.