miércoles, 19 de junio de 2024

Todo trabajo antológico tiene sus niveles

 



¿Que qué me atrae de una muestra narrativa de autores nacionales? La posibilidad de encontrar a nuevas voces, voces que están fuera del radar literario del país, tal vez que no han publicado o que solo lo han hecho en otras muestras y en espacios digitales, autores que me digan algo desde sus historias. Eso busco.

El Taller Cultural Retorno tiene varios años detrás de muestras poéticas y narrativas, dándole la posibilidad a que muchos autores, sobre todo quiteños, puedan difundir sus poemas o cuentos. Algunos de estos autores han continuado publicando y teniendo presencia en escenarios literarios, otros desaparecieron.

Como todo trabajo antológico tiene sus niveles, en este caso con historias que no despegan del todo, que son a penas tientos de algo mejor: incluso algunas que no dan la talla para un cuento, que solo llegan al relato anecdótico. Pero esto es lo interesante de libros de esta naturaleza: servir de contraste entre textos desarrollados y otros no.

En este contexto celebro las historias de Salomé Andrade González (El monstruo) y Alejandro Gallegos Rojas (Thordia, mi ramo de rosas), que por primera vez leo algo de ellos, además recomiendo, para quienes accedan a la antología, los cuentos de Juan Secaira (Perderse por mil despechos) y Cristian López Talavera (El lechuga). Todas estas historias en La hora terminó (2024, Taller Cultural Retorno).  


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