jueves, 28 de abril de 2022

Una obra de teatro macabra


Que el poeta es un ser político, sí, siempre (aunque se ve mejor sin bandera y sin rasgarse las vestiduras por nadie); que la poesía es política, también es cierto, sobre todo cuando no pretende ser un pastiche cartelista y de propaganda. De esta segunda parte hay poemarios que tras leerlos, releer los versos subrayados, y cerrarlo, se reconoce que en ese discurso, habita una fiera que lo sobrevivirá al autor.

Este es el caso de Poliamor Town (CCEA, 2020) segundo poemario publicado de la escritora ecuatoriana Issa Aguilar Jara. Un trabajo corto en su extensión, pero profundo en su decir.

Aquí, en este intenso libro, donde el cuerpo no solo busca el regocijo solitario o mediante otro cuerpo (porque el deseo, más que el amor, es una constante que debe aplacarse), es también la bandera en defensa de todo lo malo que acecha: una violencia inagotable y multiplicada en cientos de voces que no se callan. Voces que han encontrado una réplica para que su grito perdure, como este libro.  

Y sí, Aguilar Jara tiene razón: “Ecuador es una obra de teatro macabra” (p.35).

domingo, 24 de abril de 2022

Tocar fondo y contarlo


 

Tenía veinte y el mundo y la vida me enfurecían, por eso cada semana me sumergía en alcohol: borracheras que no llevaban a ningún lado, solo a convertirme en la vergüenza de la familia. Un joven sin futuro destruyéndose a sí mismo porque se detestaba y a quienes lo apreciaban.

De esa época me quedan dos momentos que ahora rememoro con horror: 1) cuando terminé perdido en un barrio y tras refugiarme en un portal de una vivienda me rodearon los moradores (armados con machetes y palos) y me expulsaron del lugar; 2) cuando regresé caminando a casa, me libré de ser atropellado y terminé dormido en un solar cercano a mi hogar, porque tenía que “descansar” para no llegar tan perdido.

Un pasado que ante la experiencia de otros podría ser hasta rosa, a penas el resultado de una “diversión” desaforada, tal vez el inicio de una “carrera” de alcohólico que lamentablemente, para los administradores de clínicas de recuperación, no ejercí a cabalidad, porque decidí enrumbar mi vida hacia otro lado menos destructivo.    

Por eso cuando Vinicio Manotoa me dijo que tenía una novela en torno al tema de las adiciones y rehabilitación, tuve interés en conocerla. Cuando terminé de leer el manuscrito no solo me había identificado con ciertos actos de los personajes, también reconocía una obra sobresaliente.

Así, El desierto de los días futuros (Cuerpodevoces, 2022) de Vinicio Manotoa Benavides, es una novela clave para todos aquellos que han hecho del exceso de sustancias alucinógenas (sea alcohol o drogas o una mezcla de todo) un refugio de falsa salvación. Porque la vida y sus traumas, porque los sueños destruidos, porque la diversión se transforma en un monstruo incontrolable…

Una historia no solo para que el lector se quede con los dramas cercanos producto de las adicciones, porque el mérito de esta obra es la exploración que se hace desde un centro de desintoxicación. Ahí, sus personajes, ese conjunto increíble de quienes han tocado fondo, que pasaron el límite de lo tolerable, que se volvieron un problema necesario de intervención…tienen mucho que contar.  

Una novela que remarca la soledad del adicto, el latente paso en falso para la recaída, y esa reconciliación que no siempre se logra con uno mismo, porque algo dentro de ese paraíso artificial se dañó para siempre.

domingo, 17 de abril de 2022

Maleza crecida de poetas

Comunidad Chamucame afuera, Santa Ana, Manabí. Es domingo en la mañana, sin chuchaqui y con ganas de regresarme a la ciudad. El campo me sienta mal: los insectos, el lodo, la naturaleza atacando a mansalva. Y mientras me lamento en silencio, Kevin —mi primo político— me dice que detesta a los poetas, sobre todo a los que se creen poetas. Que odia a todo aquel que se presenta y anuncia al mundo digital como poeta.

Le digo que me explique su porqué, y lo que hace a continuación, después de ofrecerme una cerveza, es darme una perorata de ejemplos que me divierten: no solo se trata de aparentar ser poeta, porque abundan los de gorrito y bufanda (sobre todo en clima tropical); las góticas-emo-suicidas que han hecho de la muerte un lugar común que mata, pero de aburrimiento; las y los rebeldes que trascriben cada experiencia extrema de su vida, porque la poesía mientras más visceral mejor…

Sigo riendo de sus descripciones, imaginando que a muchos de esos poetas conozco, que incluso varios de ellos me han jurado como su enemigo. Y mientras reflexiono en torno a lo que ha dicho, pienso que los jóvenes desde el campo están empezando a reconocer la poesía en medio de esa maleza crecida de poetas.


 

jueves, 14 de abril de 2022

El espectáculo de la existencia abrumadora


 

El vacío envuelve un cuerpo, un cuerpo que ha perdido toda emoción. Ese cuerpo que es solo un cascarón al servicio de alguien más, ese alguien contrario a él que late, vibra y atrae: un cuerpo que desprende pensamientos eróticos, que promueve la lasciva más alucinante.   

Con El olor de las virtudes (CCEG, 2001), la última novela que publicara en vida Luis Félix, retoma lo fantástico, tal y como lo haría con su sobresaliente Los designios. En esta obra, donde lo sobrenatural, erótico y filosófico se conjugan en una trama que resalta el combate entre el bien y el mal, porque ahí, en esa atmósfera de persecución y escondrijos acechan demonios y abominables criaturas amorfas que atormentan a sus protagonistas.

En esta historia Nadie, ese personaje que desea poseer el cuerpo de su protectora, que se junta con una prostituta para aprender el arte de amar y poseer, que cuando tiene la oportunidad de lograr su anhelo no tiene ninguna respuesta de su cuerpo. Ese mismo Nadie es la representación de todos aquellos que andan muertos en vida: vacíos en el espectáculo de la existencia más abrumadora.