domingo, 17 de abril de 2022

Maleza crecida de poetas

Comunidad Chamucame afuera, Santa Ana, Manabí. Es domingo en la mañana, sin chuchaqui y con ganas de regresarme a la ciudad. El campo me sienta mal: los insectos, el lodo, la naturaleza atacando a mansalva. Y mientras me lamento en silencio, Kevin —mi primo político— me dice que detesta a los poetas, sobre todo a los que se creen poetas. Que odia a todo aquel que se presenta y anuncia al mundo digital como poeta.

Le digo que me explique su porqué, y lo que hace a continuación, después de ofrecerme una cerveza, es darme una perorata de ejemplos que me divierten: no solo se trata de aparentar ser poeta, porque abundan los de gorrito y bufanda (sobre todo en clima tropical); las góticas-emo-suicidas que han hecho de la muerte un lugar común que mata, pero de aburrimiento; las y los rebeldes que trascriben cada experiencia extrema de su vida, porque la poesía mientras más visceral mejor…

Sigo riendo de sus descripciones, imaginando que a muchos de esos poetas conozco, que incluso varios de ellos me han jurado como su enemigo. Y mientras reflexiono en torno a lo que ha dicho, pienso que los jóvenes desde el campo están empezando a reconocer la poesía en medio de esa maleza crecida de poetas.


 

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