martes, 28 de abril de 2009

El peor lugar de un poema




Se suponía que el peor lugar para un poema era quedar atrapado en un baño público, donde la urgencia por desechar la carga del intestino o de la vejiga no repararía en las palabras garabateadas en las paredes o detrás de las puertas. Pero se suponía, porque ayer mientras observaba uno de los tantos catálogos que ya circulan para el mes consumista que se nos avecina, encontré el verdadero peor lugar para un poema.

Esta bien que el Día de la madre y la poesía combinen a ratos, pero que electrodomésticos (incluidas ofertas) y poesía convivan juntos es una aberración. No es aceptable. La poesía merece su lugar, el que no es dentro de un desfachatado y lujoso catálogo (aunque los descuentos y las cuotitas sean tentadores).

Qué continuará después: poemas eróticos en lencería reducida para excitar a los amantes con problemas; condones con versos cartelistas para recordar que palo hay en todas partes; poemas románticos en etiquetas de licor para que los borrachines sientan el peso de la nostalgia (si alguna compañía licorera se roba la idea no olviden pasarme un billete. Se aplica también a compañías de cigarrillos); poemas modernistas en sogas, cachas de pistolas, etiquetas de insecticida y todo material propicio para el suicidio para que los protagonistas de historia de esta clase tomen fuerza en su momento.

No sé, todo puede suceder después de ver un poema en un catálogo de ventas.

miércoles, 22 de abril de 2009

Volvemos al Macc cine



Es bueno contestar el teléfono y saber que las buenas noticias no son tan escasas en días como estos (con una abuela fallecida y un abuelo al borde de una depresión crónica), que el cine proyectado en Manabí volverá a ser un tema de interés, que lo comercial continuará perteneciéndole a los Multicines, que viejos panas se reencontrarán en esa casi olvidada sala del Macc cine de Manta. Porque es de esta sala que Fidel Intriago, uno de los jóvenes interesados en que el cine independiente, comercial, premiado, desconocido, freak, rosa, etc. llegue a Manta, me ha dicho que volverá a estar administrada por la gente de Ocho y medio, quienes ya demostraron su acertada incursión en la difusión del cine en nuestro país.


No hago más que recordar buenos tiempos en esta sala, excelentes películas, otras no tanto, un periódico enviado hasta mi trabajo, cantidades de información relacionada al tema, una programación atractiva, amigos con quienes conversar de lo visto y festivales nacionales que incluían nuestra ciudad. Todo esto volverá, por lo menos esa es la esperanza que guardo.


Ahora Fidel me comenta que la reapertura del Macc cine en Manta será el próximo miércoles 29, pero que no será nada simplón, sino toda una fiesta cinéfila que empezará con el Taller de Documental Ambiental que dictarán los cineastas Larry Hot y Diane Garey (en la foto), el mismo que gestiona la Embajada de los Estados Unidos y se dará los días miércoles 29 de 16:00 a 19:00 y el jueves 30 de 9:00 a 12:00, y sobre todo será gratis.


Como asegura el membrete de este blog de escribir también sobre cine (aunque en la actualidad ya no sea tanto) estaremos apoyando el 29 y llevando a todos los interesados que encontremos en el camino. Bien por la gente del Banco Central que han vuelto a confiar en Ocho y medio, y bien por Fidel por su constancia.





lunes, 20 de abril de 2009

Diana Zavala, la narradora paciente




Hace algunos años, cuando éramos compañeros y estudiábamos Comunicación, no imaginaba que su interés por la literatura (además de la lectura) llegase a la creación. Estaba equivocado, no sólo se ha convertido en una de las actuales narradoras de la provincia, si no en una de las pacientes y trabajadoras escritoras manabas, que a pesar de aún no haber logrado una proyección nacional, va lento pero asegurándose de ir bien. Al fin y al cabo si los grandes escritores nos han enseñado es que no cuenta la desesperación en publicar, si no el trabajo con las palabras. El reconocimiento vendrá por añadidura.

Sus cuentos, escasos hasta ahora, han aparecido en la prensa manabita y recientemente varios de ellos se han reunido en el libro Soledumbre, que agrupa los trabajos de los talleristas del poeta Pedro Gil. Así Diana Zavala (1983) se aferra a la escritura de cuentos cortos con la convicción de quien trabaja su última obra para sobrevivirla.

Comparto dos de sus cuentos para darle al lector una idea de la obra de esta joven narradora:

Bruma
Me espera en la esquina de cualquier dirección para que lo vea reír. Su boca deforme y su carcajada silente me alteran, los labios tienen el color de la sangre coagulada y cuando se estiran la saliva se escurre por la barbilla y forma en el piso una laguna que nos refleja. Le he rogado que no lo haga y me responde agitando de izquierda a derecha su cabeza acuosa y gigante. Intento agarrarlo para obligarlo a parar, pero la bruma lo esconde y lo muestra en un juego tortuoso. Él sabe que estoy mal y lo disfruta balanceándose en los trapecios helados de mi conciencia.


Parapente

Cometas humanas, multicolores. Osadas.
Las veo, no saben que las observo. Ellas ven a la ciudad maqueta.
Me pregunto si desde allá se puede lanzar los problemas, si son presos de la gravedad, tal vez vuelen o se adhieran a mí para caer juntos.
No me he cambiado, el pijama es lo más cómodo para estar en el cuarto, para ir a otro. Para recibir a la pesadilla que no duerme.
En la avenida un padre le enseña a su hija a montar en bicicleta. La alienta…la suelta y se derrumba. Escucho su chillido, el reloj, las olas, mi pecho. Me quedan diez minutos.En los años de primaria solía dormir después del almuerzo y despertar creyendo estar en el día siguiente sin las tareas hechas, u orinar bajo un almendro con urgente necesidad y encontrar que la realidad es una sábana mojada y maloliente. No hay tiempo para releer los recuerdos. Un pelícano cae en picada sobre su alimento. Ellos se acercan.Flotan las cortinas, me abrigo con ellas. La brisa opaca el vidrio de la ventana y me permite escribir un deseo transparente.
Están aquí
ya estoy lista.

lunes, 13 de abril de 2009

Mucho por castigar




Es indignante el imaginar que tu hijo al perderse (o ser secuestrado) y al solicitar ayuda las autoridades encargadas de hallarlo solucionarían todo entregando al primer niño con algún mínimo parecido del ausente. Este es el argumento medular de El Intercambio, la película más reciente dirigida por Clint Eastwood, tan potente como sus otras, capaz de marcar al espectador, de sensibilizarlo y llenarlo de coraje hacia algunos de sus personajes.

Un film que apabulla, no sólo por ese giro radical de la trama una vez que entra en escena el impostor del hijo de la protagonista, sino por los hechos que van encontrando una relación alarmante y macabra. Desde el poder de la policía sobre todo y todos, hasta el hallazgo del asesino en serie de niños.

Angelina Jolie no es que sobresalga en su papel, a ratos se vuelve forzado, sobreactuado, no tan franco como el que desarrolla contrariamente Jhon Malkovich, imponente, arriesgado a descubrir las barbaries e infamias que la autoridad no acepta.

Si el objetivo de Eastwood era el de recordarnos las injusticias a las que estamos expuestos (sobre todo las mujeres), pues esta película lo hace, y de una forma escandalosa, sin dejar nada escondido. Arrastrándonos a las penurias de una madre marcada por el sólo hecho de ser mujer y estar en contra de las versiones oficiales, a las que debería someterse.

Y aunque el final nos enseñe que la justicia tarda en llegar, prefiero continuar creyendo que la justicia no ha llegado suficientemente a todos lados, que falta mucho por solucionar, mucho por aclarar, mucho por castigar. El intercambio es precisa en estos días, sólo eso.

miércoles, 8 de abril de 2009

No men




Carrey siempre me gustó desde sus papeles cómicos, pero cuando incursionó en el drama supe que ese era su lugar. Aunque después de ver Sí, señor no estoy muy seguro ni de lo uno ni lo otro. Esta bien ser un ocurrido, un excéntrico ocurrido para ser precisos, capaz de llevar el humor y la gestualidad a grados insoportablemente divertidos. Eso es lo suyo: la comedía desesperante (para los personajes que deben lidiar con él). Pero cuando hace del tipo dramático, el sensible, el llorón a mares, ahí está la otra cara de su talento que más llama la atención, aunque a veces las historias no le ayuden.

Sí, señor, tiene sus momentos. No es un drama, es más bien una comedia dramática facilona, muy ligera. Su argumento es sencillo: un tipo aburrido y conformista que gracias a la ayuda de un amigo se integra a una especie de culto donde el positivismo reducido al SÍ es parte integral en el desarrollo de cada individuo, entonces Carrie deja su patético papel y vive intensamente, diciendo a diestra y siniestra Sí a todo.

Encuentro dos cosas interesantes en la película: el enfoque hacia los cultos que van en auge en Occidente (más se lo ha de conocer como sectas: Pare de sufrir, Creciendo en gracia, etc., aunque directamente no se trata de adorar a ninguna deidad) y la banda freak de la coprotagonista. En el primer caso no nos encontramos con adoradores de un Dios, sólo se trata de tipos que han encontrado en el positivismo una forma más adecuada de comprender al mundo y encajar sin complicarse tanto la vida. ¿Será efectivo decir Sí a todo lo que se nos pida? No lo creo, hay cosas a las que debe plantearse una rotunda respuesta negativa. ¿Podría decir Sí si me pidieran matar a mi esposa? Pues No. En este sentido el personaje entiende al final de la trama lo necesario de equilibrar sus decisiones.

Por otro lado está la banda rara de Allison (Zooey Deschanel) la que en poco tiempo se vuelve la pelada de Carl (Jim Carrey), sus letras son un cague de risa pero francas, escritas en momentos difíciles y comunes, pero francas, cantadas con todo el peso emocional y cien por ciento francas. Su personaje tiene temple, ha entendido oportunamente que la vida no depende de un SÍ o NO, que hay mucho más que decir.

Hubiera preferido un final más intenso como en Eterno resplandor, o quizás menos complicado como en Número 23. Sí, tal vez bien alocado como los de Ace ventura, pero toca conformarse con este. ¿Se trata de la mejor película en la carrera de Carrey? No men, no men, no men...

jueves, 2 de abril de 2009

Mientras agoniza



A mi abuela Juana, casi in memorian

No habrá cortejo fúnebre encaminándose hasta otra ciudad, nació aquí y por lo tanto aquí prefiere ser sepultada. El llanto nos acompañará, sobre todo el de quienes no soporten tanta pérdida. Esto sucederá pronto: más tarde o mañana. Estamos preparados. Su cadáver y recuerdo nos acompañarán para siempre.

Mientras tanto los litros de lágrimas no dejan de consumirse. Ella continúa sobre su cama, atrapada en el delirio, susurrando palabras inentendibles, con las que bendice a diestra y siniestra a cuanto hijo, nieto y bisnieto se lo pide. Es un remedo de lo que fue. Poco queda de ella: su cuerpo, sus ganas para seguir latiendo en este cúmulo de ignorancia.

Estoy parado bajo el marco de la puerta. Ella sigue en su cama, llamando a muertos, implorando por los vivos. Jamás fui el nieto que esperó, la abandoné mucho tiempo, muchos la abandonaron. Pero en mi infancia estuve a su lado, al principio de mi adolescencia también, y esas son las mejores escenas. Ahora sólo atino a tomar una de sus manos, decirle mi nombre y esperar a que el final la alcance. Sufrir en ese estado no es digno para ella.

Como hace muchos años sucedió con Mimi, mi bisabuela paterna, contemplo ahora el mismo cuadro terminal y desgarrado, que vuelve para hacerme nuevas marcas. Y al igual que en el pasado la única forma que encuentro para tanto dolor es escribiendo algo que la pueda mantener a mi lado, aunque esto no signifique que deba ser parte del momento real.


Déjenla mentir

Nadie se opuso
a que los pollos
se despedazaran,
que las papas
se rebanasen
sin torpezas,
que las ensaladas
buscasen su consumo,
tras el desenfreno
de las doce campanadas.

Porque a nadie
se indultó del visitante enano
que se arrulló en el pecho de mi abuela.

Ella dijo,
en ese instante
previo al cataclismo,
que había llegado la noche
en que las estrellas caerían
para cumplir los deseos insospechados
de la legión hambrienta:
aquellos discípulos del vacío
malvivientes y entrometidos
apilados en las esquinas
y también de los que esperaron
con las tripas encogidas
en los rincones de sus nichos
los bocados de la sobrevivencia.

Jamás compartimos su mentira.
Porque todos vimos los orificios
con odio:
el del techo
(redondo e inmundo)
y el de su carne
(redondo e inmundo).