sábado, 28 de mayo de 2022

El amor que daña


 

¿Es lo mismo felicidad y dependencia? porque el estar feliz no debería incluir el consumo por el otro, ese daño directo o indirecto que va deteriorando, que desfigura los recuerdos y los va volviendo algo irreconocible que avergüenza y lastima. Dependencia es justo todo lo descrito, ese mal impregnado e invisible.

Charlie, el protagonista de esta disparatada y melancólica novela, es un masoquista a tiempo completo. Real y sensible ante una vida amorosa que lo ha marcado, que le ha dejado la seña de lo sufrible, que lo ha desbaratado hasta la locura más irremediable. Diablo, su perro y también en parte su lado racional (el ponerle voz a tu perro, una voz que te increpa y a los demás, es un signo latente de locura) funciona bien como si se tratara un títere al que el ventrílocuo le hace decir lo que espera escuchar, incluso lo contrario.

Así, Corre, Charlie. ¡Corre! de Jakk Cabrera Plaza (Sur editorial, 2022), no solo es el testimonio de un hombre que busca su salvación en el amor, es también el amor al otro, ese otro materializado y fantasmagórico en Violeta, una joven desdibujada que se intenta salvar a toda costa. El final épico (después de ese “regreso al futuro” tan a lo “efecto mariposa”) le da muchos puntos a la trama.

Una novela con imágenes para rememorar, con personajes para pasar de la risa a la tristeza, esa mezcla poderosa que atrapa y complace.    

 

viernes, 6 de mayo de 2022

El pasado restregando errores

¿En qué momento se reconoce la soledad total? ¿Hay que tocar fondo y verse transformado en una isla para actuar? ¿Por qué la necesidad del otro para continuar?

Don Johnston, el protagonista de esta historia no solo fue abandonado por su actual pareja, también ha recibido una carta anónima donde se le anuncia que es padre de un joven que tal vez ha ido en su búsqueda. Dos noticias que desestabilizan la burbuja incorruptible de su vida y lo envían a un reencuentro con sus exparejas del que se arrepentirá.

Don es un egoísta, un viejo maduro egoísta para más precisión. Ha amado y lo han amado. Pero el reencontrarse con tres de sus exparejas es algo desgastante e incómodo; el pasado restregándole los errores de las rupturas. Quiere saber más de ese supuesto hijo, de su extensión biológica, por eso lo hace.

 

Así, Broken Flowers (2005) no solo es la excusa de un hombre para acceder a la incógnita de su amigo (que también es su propia incógnita) de saber quién es la madre de su hijo, porque Don, quien parece tenerlo todo (desde la comodidad anhelada: casa, carro y dinero), lo invade el desconcierto de que su hijo puede ser cualquier muchacho desvalido y muerto de hambre que anda en su búsqueda.

En esa soledad, la de un hombre que ha dado tropezones en el amor, está Don aferrándose a la posibilidad de que un hijo pueda de cierta manera llenar su vacío. Aunque desde el egoísmo más radical y normalizado también se trate simplemente de pasar la página y continuar en donde se quedó.