sábado, 2 de octubre de 2021

No todo lo que consta en un noticiero es real

La dictadura perfecta, es el cierre de la tetralogía de Estrada: La ley de Herodes, Un mundo maravilloso y El Infierno.

Los políticos y los medios de comunicación tienen un matrimonio que ha perdurado décadas. No es difícil entender la relación (aunque algunos preferirían acuerdos, contratos, convenios, etc.) de unos y otros para cumplir con los objetivos trazados: empoderamiento de la imagen “beatífica” ante la sociedad, labor y compromiso social…   

Desde ahí los políticos corruptos encuentran reivindicación en la opinión pública mediante la difusión (léase promoción) de su parte humanista y cálida, porque detrás de cualquier grabación, audio o documentación que intente mancillar el buen nombre de uno de ellos, siempre estará la otra cara, la real, donde el señalado ha sido una simple “víctima” de opositores y enemigos.

Una tragedia personal siempre será una buena distracción para noticias que comprometen a un político.

 

Hacia allá, a este escenario cotidiano, nos acerca La dictadura perfecta (2014) de Luis Estrada, una comedia y sátira mexicana que dice mucho, porque su trama da cuenta de una relación (políticos y medios de comunicación) más común de lo que se cree. Un matrimonio donde los recursos siempre serán importantes para determinar cuál es la verdad y cuál la mentira.

Una película para reconocer, una vez más, que no todo lo que consta en un noticiero es real. Que no todo lo que nos entregan los medios de comunicación (sobre todo hechos relacionados a políticos) deviene de información sin manipular. Que crear contenido es una parte esencial cuando se contrata a un medio de comunicación para limpiar la imagen de uno de sus “padres de la patria”.    

También es cierto que no todos los medios de comunicación se prestan para esta representación interesada, pero esa es otra historia.  

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