sábado, 14 de agosto de 2021

Una familia dañada e insana

Ser políticamente incorrecto es una postura de vida, un argumento para denotar con lo que se está en desacuerdo, con lo que no ha penetrado ni convencido como discurso de poder. No es solo estar en contra, es asentar un juicio crítico que refleje aquello que pasa, muchas veces, desapercibido para el otro: apacible individuo sonriendo en el vaivén de las imposiciones.  

Así aprecio el cine de Haneke, por lo menos en las obras que hasta ahora he logrado ver-analizar-entender. Un cine que incomoda, que presenta una violencia que se viene gestando de a poco hasta que estalla y aturde al espectador. Un cine donde se ahonda en la naturaleza humana, en lo radical que se puede llegar a ser sin un plan de por medio.  

Happy end (2019) aunque exponga temas recurrentes como migración, violencia, muerte, y rechazo a la vida burgués europea, es una historia para continuar alerta ante el otro, en este caso una niña que mira, juzga y actúa desde una posición voyeurista. Es cierto que también da cuenta de una familia dañada e insana, por eso aquel diálogo que pone frente a frente a abuelo y nieta, principio y fin de una generación con secretos de acciones donde la muerte es narrada sin mayor remordimiento.      


 

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