viernes, 3 de septiembre de 2021

"Samay Pushac" o la espera de un lector

Cinco años demoré en abrir las páginas de Samay Pushac (guardián de los sueños) (Dragón Luz) de Paulina Soto. Recuerdo que su autora, en mi segunda visita a Loja (2016), me lo entregó como uno de sus mayores proyectos literarios. Un trabajo por el que había apostado no solo en los años dedicados a pensarlo y darle forma, sino en la materialización, la que se realizaría en 2014.

Cinco años en los que otras lecturas se fueron atravesando constantemente. Cinco años en los que contemplaba el ejemplar y cuando creía estar preparado para abordarlo, siempre ocurría algo. Sin embargo, el momento llegó. Hace un mes lo abrí, empecé por el primer capítulo y desde ahí no paré hasta finalizarlo.

Por ahora (porque mi encanto con la novela tiene un objetivo) solo puedo decir que la historia es uno de los trabajos más sobresalientes de Soto (por lo menos de lo que he leído de su obra narrativa). No solo se explaya en temas vinculados a la tradición oral, mitos y leyendas de Loja (temas que aparecían ya en su cuentario ¡Alas! de 2006) también es un homenaje a su ciudad y su fantasmagoría urbana y rural.

La novela se complementa con doce ilustraciones relacionadas a la historia.

 

He imaginado esta fantástica historia como una serie atrapando a miles de espectadores alucinados por las peripecias de sus héroes; he recorrido Loja desde la versión turística hasta la clandestina; he sufrido por las situaciones de peligro de Esteban, Jonathan y Helena; he aplaudido cada acto salvador de este mundo asediado por el mal.

Si en algún momento se encuentran con esta voluminosa novela (461 páginas), no teman adentrarse en ella. Y si, ya internados en la trama, se reconocen riendo, quiere decir que están disfrutando de todo ese humor que da equilibrio a todas las acciones peligrosas a las que sus protagonistas deben hacer frente.    

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