viernes, 24 de septiembre de 2021

Nadie sabe para quién agrupa libros


 

Nadie sabe para quién compra libros. Nadie sabe para quién quedan sus libros con subrayados y anotaciones. Nadie sabe la historia particular de cada libro. Nadie entiende el orden que guardan en su biblioteca.

Nunca imaginé que varios de los libros que leía de la biblioteca personal de un profesor terminaran integrando mi propia biblioteca. Que varios de los títulos que en el pasado había leído y cuidado como un gran tesoro, terminaran llegando a mí como libros de remate. Esos libros, antes pequeños tesoros atrincherados y ocultos para muchos, ahora un montón de basura salvada.

Nadie sabe para quién agrupa libros. Nadie entiende la incompatibilidad de géneros ni marcas editoriales agrupadas con el nombre de un mismo autor. Nadie comprenderá la necesidad ególatra de firmar o escribir el nombre del propietario en alguna parte.

Por eso vuelvo a contemplar la biblioteca paupérrima que resguardo ¿Qué será de todo este conjunto de ideas y propuestas? ¿Quién valorará las risas que muchos de ellos contienen? ¿Quién aprovechará las citas que, como lector, me ayudaron a entender el mundo y mi posición en él? 

A veces también pienso en los libros que obsequié, aquellos títulos que por razones especiales terminaron junto a otros. El develo de mis juicios y prejuicios.

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