“Un pez
solitario” del grupo teatral La Trinchera retrata a la sociedad ecuatoriana desde dos francos: la aceptación
del machismo como símbolo hereditario y varonil, y la espectacularidad de
hechos violentos dentro de un marco institucionalizado. Así la prepotencia, el
alcoholismo, la agresividad verbal y física logran un cuerpo aceptado desde la moral
católica.
Por ello sus
personajes no son más que títeres dentro de un ambiente “natural” donde la amenaza,
agresión, sentencia y muerte contra ese “objeto” poseído llamado mujer, logran
un espacio adecuado desde la manipulación mediática sometida.
El
histrionismo de Freddy Reyes aporta substancialmente al desarrollo de los
personajes asumidos, desde el sombrío machista-alcohólico-criminal, hasta el
homofóico-comediante-estrambótico presentador de televisión.
“El sentido de
la utilidad, sin las consecuencias morales”, afirma el presentador del reality
show, y es esta la sentencia para que un crimen no sea valorado desde su
condición sangrienta sino desde algo aberrante cuya afinidad es el espectáculo desde
una pantalla en la comodidad del hogar.
Y así el
personaje-espectro femenino victimizado deja en claro que “Dejar de ser mujer
para ser una imagen sin historia” desde un show que ha elevado la violencia
como ese algo canonizado en la sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario