miércoles, 12 de enero de 2022

La vida, ese escupitajo que se niega

John Fante.

Qué importa que las parejas sostengan la fachada de un amor que es puro escombro, que los estómagos sean apuñalados por la rabia ajena, que una nueva cabeza sea perforada en el día dentro de un centro comercial, en la calle o en un vehículo. Qué más da sobrevivir desde un trabajo miserable que se odia y al que se continúa asistiendo porque de algo hay que obtener dinero. Qué importa todo esto.

Lo único que importa después de finalizar todas las tareas que el mundo, su dinámica y las necesidades imponen, es volcarse a la escritura, crear y con ello construir una ficción que será esa otra realidad. Erigir una historia que, alejada de todo el ruido y caos circundante, de un respiro, sea esa causa de continuar latiendo.


 

El joven Bandini de Camino de Los Ángeles, se aferra a su primera historia como esa boya salvadora en el naufragio de su vida, en esa vida que tanto detesta, en la que se rehúsa a ser un trabajador invisible de fábrica.    

Y sí, tal vez no esté mal escribir de mariposas revoloteando en el estómago, retratar caminatas y manos entrelazadas de parejas sonrientes, describir el paisaje pulcro de una urbe. Quizás, todos estos blandengues de historias rosas y lloriconas lo único que buscan, así como Bandini, es alejarse lo que más puedan de la realidad.

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