Por Miguel Moreira Cedeño
Lector y comunicador
Si hay una forma de describir la ópera prima de Ignacio Loor Vera estaríamos ante una narrativa cruda, explícita, honesta, popular, urbana. Propia de la nueva literatura que emerge con fuerza en la actualidad latinoamericana.
Ignacio traza con sus palabras, las historias enredadas de personajes urbanos que tienden a fracasar, a la vez nos regala la sabiduría práctica de los pueblos costeros en cada relato. El libro es un soneto a la honestidad radical, propio del estilo del autor, quien narra en cada historia la vida de personajes urbanos y sin cortapisas. Cada cuento tiene en la personalidad propia de sus textos una forma de apreciar el fracaso que muy pocas veces había leído. Explorando la vida de otros, del hombre común, del futbolista derrotado, del trabajador rutinario, de la vieja del barrio; el escritor nos invita a mirar desde otra perspectiva la frustración y desmontar la idea de que todo en la vida es una fiesta o éxito relativo, pues, al contrario, la vida no va en la línea recta, ya sabemos que hay subidas y bajadas, aunque muchas veces lo pretendamos negar.
Me fascinó en exageración la forma en cómo construye cada
historia. Suspiré con la amistad de los chicos futbolistas, de los amantes de
oficina, del último polvo. Una fusión de emociones, tan turbulentas como la
fiesta en la cabaña frente al mar o la vergüenza de los vecinos cuando supieron
que la vieja solitaria había muerto.
El escritor logra entrar en las profundidades de la conciencia
humana para corregir los vergonzosos errores a los que no llevan los pecados de
la carne y los vicios mundanos, acciones que, de uno u otro modo, nos hacen
vulnerables, mortales.
Al final no somos más que la suma de nuestros errores, de nuestros fracasos, y quizá por eso el autor tituló su libro, como La fiesta del fracaso, porque así está pavimentado el camino al éxito, de fracaso en fracaso.
(Comentario tomado de la cuenta de Facebook de Ignacio Loor
Vera)
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