jueves, 11 de agosto de 2022

Una necesidad de heroicidad

La ciudad va al garete. Mientras una reportera va narrando la escala de delincuencia de la urbe, alguien roba una billetera que pasa de mano en mano hasta perderse de su punto de hurto inicial. Artículos de toda clase desaparecen, nadie está a salvo ni en su propia casa. La violencia es incontenible y parece no haber ninguna solución.

Esa ciudad es Nueva York en los años noventa, el escenario de una ficción que no es distante a la realidad de Manta, otra ciudad que crece junto a la escala delincuencial y violencia en sus más retorcidas manifestaciones.

En ese contexto de desesperación y anhelo de mejora aparecen cuatro héroes que van librando pequeñas batallas dentro de la ciudad. Héroes anónimos que se mueven desde las sombras, porque se debe actuar sin importar que para ello se recurra a la misma violencia para detenerla.

Una necesidad de heroicidad que no se ha buscado, sin embargo, se ha asumido como un objetivo vital y necesario: si nadie lo hace, tarde o temprano otros lo harán.

Y aunque esa ciudad narrada desde la ficción es una mega urbe y la otra ciudad costera y cosmopolita pequeña, la necesidad de cambio es la misma. Los ciudadanos necesitan habitar un espacio seguro, sin Destructores pululando y generando terror.  

 

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