miércoles, 3 de agosto de 2022

El mal

¿Qué pasa por la mente de un delincuente antes de cometer un delito? ¿Siente remordimiento el criminal tras el acto violento? ¿Sueñan con sus víctimas los victimarios? ¿Anhelan la redención cuando son atrapados y linchados por turbas enfurecidas?

El ladrón de levita (1989) de Jorge Velasco Mackenzie es una novela precisa para estos días, donde la información desde las redes sociales hablan de la indignación del ciudadano ante robos y asesinatos; un odio que se ensaña cada vez más con los delincuentes y sicarios atrapados.

¿Qué pasa por la mente del victimario? Es la pregunta que el protagonista responde, porque esta historia, más allá del tinte violento que se va delatando, es la confesión moribunda de alguien que ha vivido para hacer el mal, un daño a los otros, a su familia, a sus amantes…novela para recordarnos que las ciudades son una trampa que se debe aprender a sortear.

Lo dice el protagonista: ser “ladrón, asesino y homosexual” (guiño para Hardcore noise de Martínez Zúñiga) no es fácil. Novela a corta y acelerada en sus acciones, como la vida actual.


 

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