Portada del libro publicado en 2017. |
“Buscaba en la brutalidad de las imágenes deshilar el
ovillo inextricable de la vida y la muerte; de ahí muchos riffs y letras de
canciones” (p. 97) dice Igor Icaza en su libro Resplandor (Sensorial, 2017). Un
libro donde además de reunir letras de canciones y juntar a un grupo de amigos escritores
y músicos que escriben sobre su obra, denota el compromiso que como multiinstrumentista
y compositor ha legado a la música ecuatoriana.
Un trabajo que no pasa desapercibido, sea por el tono
de las letras que se agrupan, los análisis que acercan al lector, o las anécdotas
que el autor complementa al final. Todo esto conforman un cuerpo que narra
cronológicamente la trayectoria de Icaza desde sus distintas agrupaciones
musicales y proyectos: Obertura, Ente, Sal y Mileto, Funda Mental…y lo hace
desde lo lírico, donde ahonda en su pensamiento.
Igor Icaza leyendo parte de su obra. |
Un libro necesario para todo aquel que se respete como
melómano (incluye un cd con doce canciones escritas y musicalizadas por el
autor). Aquellos que van tras la trayectoria de los artistas que han sido parte
primordial en su vinculación a la música (en mi caso desde el death metal de
Ente). Porque bien lo dice Icaza: “Cada espíritu libre irá al encuentro de la
muerte engrandecido por la locura, la irreverencia y la autoafirmación” (p. 14).
Y este libro tiene elementos absorbentes, da un registro de la imparable creación
de un artista libre que ha seguido un objetivo contra viento y marea.
“Cuando dejo de soñar salgo de la alcantarilla” (p. 42)
asegura Icaza, y es precisamente lo que el autor hace: mostrarnos un mundo caótico
y repulsivo, al que se odia porque odia; al que se mantiene al margen porque
mira y juzga desde sus rincones cargados de prejuicio; al que se contempla
sospechosamente cada vez que aparece su otra cara, la descolorida y marginal.
Icaza (en medio) junto a los otros miembros de la banda Ente. |
En Resplandor hay poesía, una estruendosa, hiriente,
chocante, que da cuenta de una voz urbana que contempla y explota, que no
guarda ninguna pasibilidad, sino más bien se encuentra en una constante lucha
interna para gritar desde una trinchera salvaje e incontenible himnos que
crecen y crecen...
Fotos tomadas de
la cuenta de Facebook de Igor Icaza.
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