domingo, 1 de junio de 2014

Consejos para lectores voraces




Soy un lector que quisiera leer más de la cuenta. Un lector que disfruta con cada nuevo libro adquirido. Un lector que siempre anda emocionado tras consumir una historia. Un lector que piensa en títulos y autores. Un lector que constantemente escribe sobre los libros leídos. Pero también un lector que, como en el pasado local, imagina a una ciudad con dos o tres librerías donde deleitarse, y sobre todo un lector que se niega, cada vez más, a estancarse en libros que no lo llenan ni lo conducen a ningún lado.
Un lector que en estos días ha pensado en sus similares lectores. Un lector que a través de su experiencia se atreve a dar consejos, tal vez útiles, quizás inútiles…

Los libros piratas
No he contabilizado cuántos libros piratas (no impresos ni puestos en circulación por el sello editorial responsable) constan en las perchas de mi biblioteca, pero lo que sí sé es que después de haberme creado la ilusión de su adquisición, después de haberlos leído y subrayado con emoción, sus páginas empezaron a desprenderse del lomo y su pasta a cuartearse. Eso y porque a más de uno me ha tocado investigar el año de edición y escribírselo en una de sus páginas iniciales. Y siempre sospechando que el “editor pirata” suprimió páginas para volverlo un producto barato.
Desde entonces me he jurado, por más títulos que quisiera y que he estado a punto de comprar, que no caeré en la trampa de un libro de esta calidad. Que mi biblioteca no tendrá más obras bastardas negadas por sus autores.

Las librerías y sus tesoros escondidos
Hace ya varios años, cuando Manta poseía entre sus tesoros locales a las librerías Científica y Sagitario (La Española vendría mucho después), podía pasarme hasta dos horas a la semana revisando las perchas de literatura universal, latinoamericana y nacional. Horas en los que preguntaba hasta desesperar al librero-vendedor, horas en las que finalmente conseguía no el título por el que iba, sino por el que mi capital me daba acceso.
Poesía, cuentos, novelas, ensayos. Libros baratos y de calidad. Libros de ediciones bien cuidadas. Libros con los que no soñaba y desde entonces empezaba a hacerlo entre sus páginas.
Cuando ambas librerías cerraron me entregué al desconsuelo de consumir (en cantidades adictivas) libros en pdf. Obras por las que en las noches, mientras me lagrimeaban los ojos frente al monitor, agradecí inmiscuirse, finalmente, en mi vida.  







La fiesta de las ferias de libros
Para quienes aún no hayan asistido a una feria de libros, para un lector que se respete de serlo y que aún no haya recorrido pasillos con stand de diferentes sellos editoriales, para esos lectores: deben hacerlo inmediatamente.
Miles de títulos congregados en un mismo sitio es una locura, sí. Pero es una locura en la que un lector se siente a gusto.
La recomendación básica es la paciencia, no llegar al primer stand, ver el libro que se andaba buscando, comprarlo y perder la emoción posterior. No, se ve, revisa la editorial, la calidad del acabado y sobre todo se va comparando precios. Finalmente se compra.
Puede, y de hecho lo es, que las ofertas los atrapen desprevenidamente, por ello: informarse adecuadamente del día donde los libros llegan a bajar hasta el 50% de su precio real.

Un lector que quisiera ser más lector
Soy un lector de horario establecido, salvo cuando el trabajo, un cachuelo o el placer me obligan a romper mis propias reglas, ahí dejo de pertenecerme. Y el día y la noche ya no encuentran distinción para mi tarea de atragantarme y procesar las páginas consumidas. Lector al cien por ciento. Un lector que no cae en las redes publicitarias de las grandes marcas editoriales. Un lector que sabe reconocer lo que en verdad cuesta un libro. Un lector que no desprecia los libros que sus amigos le van prestando. Un lector que no le hace cara fea a los libros que sus autores le van obsequiando. Un lector que cada vez va apreciando como una montaña de libros se va acumulando en su escritorio. Un lector que quisiera ser más lector para el deleite vital. Un lector voraz, siempre voraz.    

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