Si la muerte
de Gabriel García Márquez ha removido un sentimentalismo exteriorizado (desde
las redes sociales y medios de comunicación) de cuánto se ha leído sus libros,
de cuánto se ha analizado a sus personajes e historias, también se ha
evidenciado el lado b de todo esto: la banalización de la cultura y arte (sobre
todo de la literatura), la desautorización por volver a escritores simplemente
carne de cañón de interese figurativos.
Todos dicen
leer a un autor cuando este se vuelve el referente actual, cuando la “moda” ha
hecho presa de su nombre y títulos de sus libros, cuando dos o tres frases son
el relleno frívolo para encajar en un ahora falso de “cultura”.
En este
escenario lamentable y recargado de apariencia, es necesario que los medios de
comunicación y sobre todo los periodistas desarrollen un adecuado tratamiento
informativo, trabajo que no se logra totalmente en la práctica.
Periodismo cultural
¿Se hace
periodismo cultural en Manabí? Una mirada a los medios de comunicación da
cuenta de que poco o nada, que este intento de periodismo cultural no pasa de
la reproducción de boletines de prensa, de entrevistas que le quedan debiendo
al lector, de reportajes que no llegan a puntos determinados, y que sobre todo
no hay un registro más allá de lo evidente, que se continúa pensando a la
cultura como algo exclusivo y para elegidos, o contrariamente se ha
sobrevalorado la etiqueta de “cultura” y “arte” para designar obras innecesarias.
Más allá del
reporterismo diario, y esto es lo rescatable, hay columnistas (publicando más o
menos continuamente) que han logrado sostener un trabajo analítico de
exploración hacia esos productos culturales, sea una obra de teatro, danza,
película, pintura, escultura, libro y demás. Pero continúa siendo mínimo el
aporte de ellos en un contexto donde el periodismo cultural no se lo ha
valorado y otorgado la dimensión que merece.
Realidad
sin expectativas
Hace poco dos experiencias
con estudiantes de periodismo me han dejado pensando en lo necesario de una
adecuada formación en el área cultural, lo urgente que se volvió hacer de estos
jóvenes perdidos, profesionales capaces de desarrollar un trabajo periodístico
adecuado.
No existe
especialización periodística en el área cultural y sin embargo los estudiantes
(y no quisiera creer que también los docentes responsables de su formación) se
atreven a incursionar en un terreno que desconocen. No hay una investigación
previa de lo que pretenden informar, no hay un sentido crítico de cuanto se les
dice, se acude a una sola fuente y no existe contraste de lo recopilado. Y así
no se hace periodismo cultural.
¿Cuántos
libros leerán al mes esta nueva camada de periodistas? ¿Cuántas revistas y suplementos
culturales conocen, leen y constan en su lista de favoritos? ¿Cuántas películas
y series televisivas no convencionales están entre sus predilectas? ¿A cuántos
eventos artísticos asistirán a la semana? ¿Tendrán un blog donde borronear,
pulir y exponer sus textos? ¿Harán ejercicios de escritura desde el twitter y
facebook?
A propósito de GGM
A Gabriel
García Márquez los periodistas le deben la creación de la Fundación para el Nuevo
Periodismo Iberoamericano (FNPI), donde anualmente abren la beca de periodismo
cultural, una beca añorada por muchos y aprovechada por pocos. Una beca que
pone al máximo las facultades, experiencia y trabajo de los periodistas
culturales. Y mientras esto ocurre allá ¿Cómo se fomenta el periodismo cultural
acá? L
¿Cómo decirle
a los periodistas en formación que GGM es más que su libraco Memoria de mis
putas tristes, que el remedo cinematográfico de lo que hicieron con El amor en
los tiempos del cólera, que la foto junto a Shakira, que el puñetazo recibido
por Vargas Llosa? ¿Quién los guía a libros ideales para periodistas como Crónica de una muerte anunciada, Noticia de
un secuestro, o La aventura de Miguel
Littín, clandestino en Chile? ¿Quién
los salvará de preguntar incoherencias en torno a este escritor y otros que vayan
apareciendo en su camino periodístico?
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