martes, 6 de diciembre de 2022

Ser víctima o victimario


 

Sin señas particulares (Fernanda Valadez, 2020) podría pasar como otra película más dentro del tema de la violencia a la que se enfrentan los miles de migrantes en la frontera mexicana en su afán por llegar a Estados Unidos. Una historia cruda donde los personajes dan cuenta de sus pérdidas: padres, hijos, parejas. Esos otros que nunca llegaron a su objetivo, que fueron desaparecidos en el viaje; y otros encontrados solo sus cuerpos.

La película logra un giro interesante, y plantea la pregunta de ¿cuándo alguien debe volverse al mal para sobrevivir? Porque el traslado no es fácil, ni limpio. Este cambio radical está cargado de la violencia más irracional que se conoce a través de sobrevivientes y medios de comunicación; un cambio que daña a cualquiera, que lo condiciona a exigencias ajenas y de propósitos oscuros y sanguinarios.

Hay hijos y padres ausentes, pero también la certeza de que cuando alguien que busca “superarse” haciendo el mal a otros nunca regresará a ser quien fue. Porque la sangre no solo es una mancha que se expande e invade, también es el ropaje común de cada conclusión de sus actores.

Matar o ser matado, ser víctima o victimario. Porque enrolar las filas de quienes someten y dañan a los demás parece ser más atractivo que terminar en una fosa esperando algún día ser reconocido y llorado. 



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