lunes, 17 de mayo de 2021

Todd o la asexualidad elegida

“—No soy Gay. O creo que no, pero me parece que no soy hetero tampoco. —No sé que soy. —Creo que no soy nada” le responde Todd a su novia Emily, tras preguntarle si es gay. Una pregunta que hace ante lo indiferente que fue él a sus insinuaciones sexuales que nunca fueron atendidas y siempre tuvieron una excusa. Más adelante ella le dirá “—Eres genial, pero no quiero un novio que sea asexuado.”

Al principio el término desconcierta a Todd, más adelante con su nueva novia, Yolanda, reconocerá su asexualidad y luego la defenderá ante la familia sexual y libidinosa de su pareja.    

Esta falta de atracción sexual ante el otro acarrea varias interrogantes ¿se puede vivir sin sexo en un mundo bombardeado de mensajes sexuales? ¿Cuándo uno reconoce que es asexual? ¿Asexual porque nunca ha tenido actividad sexual o porque tras tenerla con alguien de su mismo género o contrario decidió que el otro no llenaba sus expectativas? ¿Cuál es la barrera que evita la atracción sexual con el otro?

 

 

Todd, desde la serie BoJack Horseman, sería el novio perfecto para cualquiera que no desee ser visto como un simple objeto sexual, que no busque con insistencia un contacto físico, que mantenga la “pureza” a su lado y solo al final ofrecer el “premio”, aunque el premio sea rechazado porque nunca fue de interés.

¿Podría alguien encontrar la complacencia en un asexuado? ¿Lograrán las parejas asexuadas reemplazar la experiencia física del otro solo con una relación afectiva y de respeto? Creo, desde una postura heterosexual y retrógrada, que el mundo y esta realidad necesitan menos Todd negados a la experiencia corporal con el otro. Una relación sin vínculo emocional y corporal queda chueca, no sobrevive.  

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