sábado, 27 de febrero de 2021

Del cuerpo y sus historias


 

Para narrar al Guayaquil del placer, del embeleso carnal, del choque corporal más salvaje y apurado (porque para estos menesteres el tiempo siempre apremia) nunca será suficiente la voz de un solo testimonio, sino de un coro.   

 Este sería el leitmotiv de Crónica para jaibas y cangrejos (Campaña de lectura Eugenio Espejo, 2020) de Dalton Osorno (Jipijapa, 1958). Una novela narrada desde la perspectiva de tres voces. Una construcción donde un cronista intenta escribir la historia de la prostitución en la Perla; una prostituta que recuerda con amargura como llegó a este oficio y cuenta sus combates con Julio Jaramillo; y el de una administradora de chongo.

 En esta obra late un Guayaquil desde la calle, desde su lenguaje populachero, enfocado en los sitios bizarros que las guías turísticas jamás nombrarán, y, sin embargo, ahí, en la bulla y el sopor, se encuentra la esencia de esta urbe. 

“Carrusel de la cogedera, Sanatorio del desvirgue, Marjal de venéreas” las posibilidades de nombrar a la 18 son múltiples (ese sitio que el ecuatoriano promedio reconoce en Guayaquil), como las miradas que exploran y narran en esta novela. Un breve compendio para mirar la soledad de quienes siempre tienen compañía.

 

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