miércoles, 17 de febrero de 2021

Radiografía de un pasado sangriento

Un hecho reprochable es el detonante para que El escriba de Angostura (Vórtice, 2021) de Fausto Ramos (Ambato, 1970) exista y no pase desapercibida. Una reconstrucción, desde la ficción, que da cuenta de pasajes similares a la realidad: un tejido donde la corrupción es la base, donde el crimen organizado tiene el amparo del gobierno de turno, donde el partidismo y la “causa” están sobre cualquier otro interés.

Este narconovela en ningún momento pretende ser una apología al crimen más feroz del que se da cuenta, al contrario, las voces que habitan esta historia intentan justificar cada una de sus acciones a las que tienen fe, una que no siempre trae resultados favorables para ellos y sus familiares.  

Una novela que podría ser tomada como coyuntural dentro de un país con un proceso electoral a cuesta, porque coindicen las banderas e ideologías de los partidos políticos de los que se habla en la trama; porque los personajes tienen un tufo que recuerda a las actividades que la justicia señaló en el pasado; porque vínculos, financiamiento, acusaciones, y sobre todo muertos, guardan cierta relación…

Lo que es innegable es que El escriba de Angostura, una novela sin bandera ni fanatismo, es una radiografía (sensatamente amparada desde la ficción) de un pasado sangriento del que a veces es mejor callar, sin embargo, desde la literatura siempre se podrá aventurar hipótesis e intercalar las verdades más radicales que muchos se han negado a aceptar.  

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