Tres manuscritos de la novela. |
Si algo le quita el sueño a un editor es la espera de ver materializado
un libro por el que ha apostado. Ese texto que ha leído varias veces desde su
estado embrionario. El que ha visto crecer y también reducirse en páginas. Esa
historia con la que ha soñado y recuerda cada vez en cualquier reunión. Ese sueño
que no llega y que lo desvela.
Culoflaco se titula el motivo de mis noches de párpados sin cerrar. Una novela
que desde el primer borrador me dijo mucho de una ciudad, de sus personajes, de
la historia desenfrenada que se vive. Todo en ella, a través de su ritmo
acelerado, me impactó desde la primera lectura.
Han pasado casi cinco años desde que me llegó la primera versión (a
inicios de este año me llegó la tercera) y desde entonces he intentado
publicarla, primero con un sello universitario, luego sirviendo de “agente
literario” buscando que otro sello ecuatoriano quisiera apostar por ella. Todos
mis esfuerzos fueron en vano.
Pero el que no se haya publicado “formalmente” no ha evitado que su
autor, Marco Martínez Zúñiga (Guayaquil, 1979), la haya hecho circular a nivel
nacional y a ciertos autores. Motivado porque su primera obra, El enemigo necesario, encontró lectores
y lo puso en el mapa de los narradores nacionales (aunque ha preferido moverse
en el under, sobre todo con el proyecto comic editorial La Matemango).
En 2018, espero retomar el sueño y la tranquilidad de saber que aquel
manuscrito que se ha leído más de tres veces, que se ha comentado a muchos
allegados, que se ha prestado al círculo de amigos…vea la luz, y con ello se
cumpla un anhelo.
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