Hugo Mayo en Manta, 1984, tras ser reconocido como Doctor Honoris Causa por la ULEAM. |
A Hugo Mayo lo conozco recién en mi etapa de universitario, allá en el año 2000, cuando pasaba de lecturas típicas -y creo necesarias para todo joven desorientado en lo que lee- del romanticismo y modernismo. Me lo presentaron en el taller literario al que ingresé, y luego en el proyecto editorial universitario en el que años después me integré.
Obra del artista Freddy Fiallos "Dadá". |
En la oficina de la editorial pude leer las primeras ediciones de Chamarasca y El zaguán de aluminio. Una poesía distinta a lo que había leído hasta entonces. Desconectado de una ciudad plagada de poetas que le cantaban (y le cantan) al amor y cotidianidades vacías. Mayo era otra cosa.
Y aunque me gustaría decir que en Manta, su ciudad natal mas no de residencia, no se lo ha recordado y homenajeado como se debiera, recuerdo que sí se lo ha hecho: en 1984 la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí lo reconoció como Doctor Honoris Causa. El Gad Manta adecentó un pasaje en el centro de la urbe al que llamó Pasaje hermanos Egas Miranda, donde consta una estatua de Mayo (a la cual pocos o casi nadie conoce, porque no tiene ni placa con el nombre). El grupo teatral La Trinchera puso en escena el monólogo El zaguán de aluminio en torno a la obra del poeta. Existe un barrio en la ciudad que lleva su nombre. Y más reciente el colectivo local Recuperemos Manta lo ha pintado en tres murales en distintos espacios.
Más allá de lo anterior, la figura y presencia de Hugo Mayo es mínima. Ignorado en escuelas y colegios, no se diga en la universidad. Su obra poética a penas es conocida por un selecto y reducido grupo de lectores. No circulan sus libros (o por lo menos la acertada publicación de la CCE con su poesía reunida) y sus poemas son una rareza de encontrar.
Con este telón de fondo, junto a un grupo de amigos locales (gestores culturales, les dicen) decidimos organizar el primer encuentro literario que fuese en su honor, que le dijese a todos los interesados y amantes de la literatura, que bajo el cobijo de Mayo se expondrían presentaciones de libros, lecturas, conversatorios, monólogos, artes plásticas y demás... que se reuniría a un grupo de autores nacionales destacados en sus áreas. Papagayo K, encuentro literario, lo llamamos.
Han sido meses de preparación, de tocar muchas puertas para el apoyo económico y logístico. Quienes nos han dado la mano entendieron la importancia de traer de vuelta a uno de los poetas símbolos de la ciudad. Nos hemos gastado recorriendo calles, tecleando oficios, y un sinnúmero de actividades nada saludables. Pero no nos quejamos, esta primera fiesta literaria, aún sin empezar, ya late en nosotros.
Nuestro anhelo es institucionalizar el encuentro, que anualmente octubre sea la fiesta de Mayo. Aunque nuestro proyecto va más allá: incluye publicaciones, talleres de lecturas, camisetas, más murales en la ciudad. Que todos conozcan a Mayo, que sientan el vibrar de sus versos tal y como nosotros lo hemos sentido.
En eso andamos y esperamos no desmayar.
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