Los proyectos editoriales alternos continuando siendo
la mejor opción para que los autores emergentes difundan su trabajo. Viz-k-cha
editorial independiente de la ciudad de Loja, es uno de estos proyectos con
algunos títulos en su catálogo, un sello que se mueve en su ciudad y
alrededores.
Uno de sus títulos es Grito Insurgente (2016) obra que
agrupa a once poetas procedentes de ciudades como Cuenca, Pasaje, Loja, Macará
y Cariamanga. Un libro de distintos registros y percepciones del mundo, o de
cada espacio particular. Sin embargo, algunos de estos poetas comparten una
misma mirada hacia ellos mismos, hacia su labor de escritores de poesía.
Así, Alexander Ávila (Cuenca, 1986), se plantea una
interrogante, desde su experiencia en la poesía y los escenarios que esta
frecuenta:
¿Para qué sirven los recitales de poesía
si al final, lo que allí se dice, no se entiende? (Ya
no pienso en nada, p. 12)
O desde un borde más intrínseco, cuando sostiene que:
La poesía es un puerto
para alas sangrantes. (De todos los loros, p. 13)
Andrea Rojas (Loja, 1993) desde una mirada cruda,
escribe sobre toda aquella generación de poetas imitadores, de toda esa legión
de iniciados que ven en sus similares de mayor recorrido, a ídolos. Su voz,
dice mucho, y con ello pega:
Eras un niño
y te volviste un pendejo imitando a los viejos
Si un escrito fumaba, tú fumabas
Si un escritor bebía, tú bebías. (4. All toys-, p. 21)
Paul Chimbo (Loja, 1985) con su discurso
introspectivo, escribe que “El mundo había acabado // Pero yo seguía
escribiendo poesía” (El que no lloro no mama, p. 27).
Por su parte Diego Rojas (Pasaje, 1986) con su voz poética
siempre luchando a la contra, arremete cuando sostiene que “He leído mucho / y
vivido poco”, o que “Los poemas son cementerios de papel // y yo lo peor que le
ha pasado a la poesía (Tetosteronitis hemorrágica aguda, p. 45)
Finalmente, Patricio Vega (Cariamanga, 1987) escribe: “Y
mis ojos ya no hablan desde que leo poesía” (Realidad, p. 62).
La condición de poetas analizada desde la poesía. Explorando
en un recorrido interno hacia aquel exterior de ruido, de pastiches, donde siempre
más allá está un territorio del cual escribir.
Los otros poetas que también conforman esta obra
colectiva son Tania Salinas (Loja, 1990), Víctor Hugo Quezada (Loja, 1991), Brenda
Torres (Cariamanga, 1996), Edwin Paredes (Loja, 1988), Dennys Villalta (1989) y
Leonardo Jaramillo (Quilanga, 1990).
En hora buena que proyectos editoriales como Viz-k-cha
expongan y hagan circular la obra de estos poetas. A penas, un puñado de voces
ante una legión anónima.
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