jueves, 10 de septiembre de 2015

Narrar desde el metal


La cultura metalera no solo ha visibilizado el trabajo de compositores, letristas, artistas visuales, productores y festivales a nivel mundial, en pro de sostener el metal desde sus variantes géneros. Sino que con toda esta amalgama de arte se ha reconocido el trabajo de otros protagonistas: escritores. Metaleros cuya vinculación con la música no solo se encuentra en periodistas, sino en narradores, ensayistas y poetas que han logrado fusionar su trabajo con esta cultura.

Es común reconocer biografías de bandas, crónicas de conciertos, memorias, testimonios, entrevistas…todo un compendio de libros trabajados en torno a la cultura metalera, pero todos ellos -o por lo menos una considerable parte- escritos, publicados y promocionados en contextos alejados de Latinoamérica.

Y es que apoyar esta clase de publicaciones no es frecuente en nuestro medio. No existen editoriales que reconozcan un mercado de lectores, que vinculados al metal, consuman trabajos alrededor de sus bandas predilectas o de los géneros que aprecian. Pero hay escritores. Existe una comunidad en América Latina que investiga, analiza, escribe y publica obras que fusionan al metal y la literatura.

Uno de estos trabajos se llama Metalenguaje, literatura y escena metalera (Andesgraund/Ajiaco, 2014) publicado en Chile y bajo la responsabilidad de los editores René Silva Catalán y Pablo Lacroix. Título que agrupa a diecisiete narradores y tres ilustradores. Un libro para reconocer la obra de autores como Gonzalo Valdés (Otro día perfecto), Katiuska Oyarzún (El caniche), Obed González Moreno (¡Podrás correr, peor jamás escapar!), Gonzalo Hernández Suárez (Pedernal, el destructor), Egon Álvarez (Metal chileno de fin de milenio).


Un libro para evidenciar el trabajo de autores vinculados al metal, no solo como fans, sino como creadores de un universo alimentado por la cultura a la que pertenecen. Una obra para descubrir escenarios, personajes e historias que remiten a la música, al metal más zanahoria y también al más estridente y perturbador. El metal como fuente, en la que todos estos escritores han bebido y beben con desenfreno.

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