Mis
amigos no amigos viven en pequeñas y escandalosas burbujas.
Van
delatando su intimidad como un reality.
Volvieron
un show sus días: contándole a un mundo desconocido cada paso de su existencia.
Vida y muerte a su alrededor.
Sexo
y no sexo. Proyecciones de vida traicionadas por sí mismas.
Partidistas,
doble discurso, activistas que no reconocen sus rabos de paja.
Mis
amigas no amigas prefieren tomarse fotos con los escritores que recién conocen,
que leer sus libros.
Van
a presentaciones de libros impublicables.
Repiten
las mismas frases trilladas que sus profesores trillados les dictan.
Se
quejan del machismo pero propagan su feminismo.
Se
dicen rockeras porque el decirlo está de “moda”.
Postean
cientos de link que tal vez leen pero no entienden.
Mis
amigos no amigos y amigas no amigas son esa clase de personas que siempre evité
en la vida real.
Por
eso decidí volver a la cueva. Desconectarme de toda farsa. Saber que no me
importa saber qué ocurre en ese mundo “irreal” de palabrería e imagen.
Volver
a las únicas historias que en verdad me importan, las que habitan en páginas,
las de personajes en los que me reconozco.
Amigos
no amigos y amigas no amigas, no me extrañen.
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