¿Qué vuelve a
un docente un escritor al que tomar en cuenta?, ¿Mientras más se escribe y
publique se deja claro que existe un conocimiento y discurso de por medio?
El publicar no vuelve escritor
Existe un
error que no se ha logrado corregir aún, creer que con el simple hecho de
publicar un texto (llámese artículo de opinión, ensayo, informe o libro) se es
escritor automáticamente. Nada más engañoso. Publicar lo hace cualquiera con
capital suficiente para pagarse los costos de una imprenta, pero muy contrario
es la labor del escritor constante que ha presentado un discurso y se sostiene
con un estilo.
Entonces la
pregunta fundamental sería ¿Cuántos ensayos, en su vida académica, es capaz de
desarrollar un docente?, ¿Cuántos de estos ensayos pensados, analizados y
escritos merecen ser publicados? y ¿Cuántos de estos ensayos han sido
publicados en revistas significativas?
El problema
más común en el que muchos docentes caen, es escribir e intentar publicar
trabajos que no responden al área de conocimiento en el cual se han
especializado. Así no es raro encontrar a docentes que publican poesía y
narrativa (sin pretender ser poetas o narradores) o en casos más desesperados
libros de autoayuda o compilados de frases célebres. Libros que no representan
el mínimo aporte para su currículo académico.
Lo ideal sería
que un docente (pongamos un ejemplo), especializado en Comunicación Social y
catedrático en esta asignatura, escriba trabajos en torno a esta área. No
artículos de opinión, sino ensayos que fundamenten una tesis donde exponga un
criterio sustentado con adecuada bibliografía y sobre todo que aporte al
contexto al que se dirige.
Las revistas académicas
Las revistas
científicas y académicas se volvieron casi que exclusivas en el panorama
universitario local y global. Por eso las universidades del país continúan
creando nuevas publicaciones periódicas que puedan acoger los trabajos de sus
docentes y de invitados. Revistas capaces de destacar la labor académica de
cada institución, donde los trabajos y la firma de sus autores puedan dar a
conocer el nivel de profesionales con el que se cuenta.
Pero la
creación de publicaciones periódicas no es un tema que se elabora de la noche a
la mañana, este necesita de un proyecto que configure tanto objetivos como
propósito del medio, asimismo necesita fondos, personal y autores dispuestos a
continuarlo. Contar con un adecuado y comprometido consejo editorial interno y
externo que avale oportunamente cada texto publicado.
Y en este
escenario de constantes filtros, cuyo fin es el de publicar trabajos de
calidad, la publicación periódica puede continuar o contrariamente estancarse.
Sin excusas para escribir y publicar
No es
necesario esperar a que una revista académica apruebe la publicación de un
texto, recordemos que “pensamiento o ciencia no publicada no existe”, y desde
esta perspectiva no se justifica la excusa de que un docente deje de escribir y
publicar sus trabajos. Las opciones son sencillas, una de estas es la apertura
de un blog donde se pueda exponer las ideas, tesis y argumentos desde el área
de conocimiento que se proceda.
Un blog,
además, es una plataforma digital que no solo llega al contexto local sino
global. Un medio capaz de catapultar y reconocer el trabajo del docente
escritor (si es que existe el trabajo de por medio). Así desde este constante
ejercicio de escritura con fundamento se puede llegar a plataformas de mayor
difusión (llámese revistas especializadas en soporte digital o medios en
soporte impreso de otras geografías). Las posibilidades son múltiples.
Docentes no escritores
Escribir, un
docente debe escribir y en lo posible publicar, para ello debe acudir a los
filtros correspondientes: una editorial, lectores pares, un tutor.
Especialistas que logren guiarlo adecuadamente al desarrollo y terminación de
un texto.
El docente
debe difundir lo que crea, lo que ha puesto en práctica desde su aula, lo que
ha investigado y aplicado. Un docente debe dejar un legado y ese legado se
trata de sus trabajos: artículos, ensayos, libros.
Porque el
docente silencioso, que no escribe ni publica solo le aguarda un futuro: la
invisibilidad. Y ya hay demasiados docentes fantasmas rondando las
universidades del país.
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