sábado, 26 de abril de 2025

Las versiones que ignoramos


 

A veces, solo a veces, uno mira en retrospectiva las relaciones pasadas. El ayer como recordatorio de lo dicho y actuado. La vivencia como escenas de una historia donde nos reconocemos a penas. Imágenes de otras versiones de nosotros de las que casi siempre nos avergonzamos.

A eso nos remite Vidas pasadas (2023, Celine Song), una historia donde el amor es solo una idea más cercana al recuerdo, a un país, a una costumbre, al puente cultural alejado. Ese amor que con los años deja de importar, pero que habita en un rincón.

Esto porque la ciudad y cultura configuran la perspectiva de los individuos. Por eso Nora ve extraño el anhelo de Hae de casarse, tener hijos y quizás vivir apaciblemente en un país donde el sueño rosa (desde los doramas) parece multiplicarse para todos; donde el amor es un sentimiento casi incorruptible.

Y, aunque, el film nos recuerde que muchos amores de juventud sobreviven décadas, también nos demuestra que el pasado es mejor dejarlo enclaustrado, en el ayer donde otras motivaciones se impusieron, ahí, en ese limbo, donde cuesta reconocerse y muchas veces se contempla con rabia o resignación. Porque esas vidas que integran la juventud ya no existen.