Imagen tomada de cuenta de facebook de Juan Fernando Andrade. |
Por Tatiana Mendoza
Después de varios días, semanas enteras metida en su nuevo libro, 'Adicto + Comedia Romántica', Juan Fernando Andrade me complace con esta conversación. Me encuentro con el autor, está contento con su nueva novela, satisfecho y tranquilo, ahora trabajando en su 'vida real'.
Las novelas que dependen únicamente de su trama, del giro sorprendente y el final inesperado, son objetos del pasado. ¿Por qué, entonces, seguimos necesitando el viaje del héroe? Andrade quiso hacer algo más moderno, que no pueda leerse sólo de principio a fin, de derecha a izquierda, de arriba hacia abajo, sino en varias direcciones y siempre con las manos puestas en los hombros de Julián Vélez, protagonista y narrador de la historia. . . . .
Julián atraviesa un mal amor, un mal gobierno, un terremoto de alta magnitud, una pandemia global, una vida sin sentido. Demasiadas cosas como para que este periodista treintañero no cambie su forma de ser. Lo que sucede es que, como en una terapia psicológica, él resuelve las cosas mirando hacia su interior. 'Mirar hacia afuera es soñar, mirar hacia adentro es crecer', como dicen por ahí.
De vez en cuando, Julián rompe la cuarta pared y nos mira, y nos habla, y hasta nos pide respuestas. Algo parecido al formato confesional de 'Fleabag', la serie británica. Pensándolo bien, Julián se comporta muchas veces como si estuviera frente a una cámara y no dentro de las páginas.
“Cambia el entorno y no el sujeto. Los libros que me gustan van sobre la vida, sobre la gente […] no tiene que pasar nada 'espectacular'”
Lo dice un escritor obsesionado con la épica cotidiana y lo aparentemente simple. Su personaje, que deja ir a las mujeres de su vida mientras dibuja peses en la ventana, tiene a ratos un monólogo del que quisiéramos verlo despertar. Dan ganas de gritarle 'amigo, date cuenta'. Pero él no nos escucha, llegará al final de la novela por sus propios medios.
“El título original era 'Comedia Romántica', a secas, y se trataba de relaciones entre parejas. Mientras lo escribía, practiqué el hábito hollywoodense de mezclar alcohol con pastillas para dormir, así que junté ambas historias: el amor y la adicción en un gran libro sobre el delirio.
A ratos, uno se ríe a carcajadas viendo a Julián tropezar con las mismas piedras mil veces: el amor inolvidable y las sustancias de efecto inmediato son una ventana al mundo interior del protagonista. Imposible odiarlo. Se produce el 'efecto Adam Sandler', es decir, uno (casi) siempre termina de su lado, apoyándolo.
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En mi habitación, frente a la computadora, releo ciertas escenas de 'Adicto + Comedia Romántica'. Los boleros se encienden en una de las páginas, cuando los padres del protagonista se conocen y tienen un romance casi de película. El delirio, quizás hereditario, se extiende a Julián y lo radicaliza: morir o matar, pero de amor. Un cóctel de pastillas también podría matarlo, pero él no las toma para acabar con su vida sino para dormir hasta que las cosas cambien, mejoren.
“Entre Julia y Julián [los nombres, tan parecidos, son el tributo de Andrade a las telenovelas latinoamericanas] es ella quien propone, quien avanza, quien gana terreno. Me fascina el mundo de las mujeres, una fuente inagotable son las mujeres. Son lanzadas, más proactivas que los hombres.”
Pues sí. Julia es más práctica, es la que busca, pide y da. Abra las puertas a todos los acontecimientos. Mueve sus horarios para poder estar con él, que se acomoda como amante.
Andrade insiste en que se trata de dos historias simples, una de amor y otra sobre adicciones (juntas, son el delirio), y que fue la sencillez del argumento la que le permitió complicarse con las formas: cambia la cronología, cambian los puntos de vista, cambian los tonos de voz, cambian el ritmo y hasta el curso natural de la historia, que tiene desvíos y desvaríos.
Juan Fernando Andrade aprendió a tomar estas 'libertades' o 'licencias' creativas cuando fue baterista de Los Pescados, un dúo de rock cuya música puede encontrarse y escucharse en Spotify. La banda le enseñó a ser recursivo aún en las circunstancias más limitadas: 'Hago lo mejor que puedo con lo poco que tengo', dice.
Andrade quiso darle a Julián una moral rockera y sentimental, pero se trabó, y fue cuando volvió a la música romántica y latina cuando pudo avanzar y coronar las 700 páginas que tiene el libro.
'Al final, el libro necesitaba tanto de Nirvana como de Roberto Carlos'. Así:
Quiero ser tu canción desde el principio al fin /
Quiero rozarme en tus labios y ser tu carmín /
Ser el jabón que te suaviza, el baño que te baña /
La toalla que se desliza por tu piel mojada.
Juan Fernando Andrade |
“Me formé como periodista, y en esas condiciones uno escribe para que lo lean, siempre pendiente del público. Con 'Adicto + Comedia Romántica' sucedió lo contrario, pude terminarla cuando acepté que yo sería, muy probablemente, el único lector”.
Los libros tienen vida propia, son los lectores los que se encargan de terminarlos y descubrir significados, como nadando de espaldas en la gran laguna que puede ser el subtexto.
Hay, sin embargo, algo muy cierto. Fueron varios los médicos que le dijeron al autor, y al personaje, eso de 'usted tiene suerte de estar vivo'. Pero, como en el caso de Andrade, fue la muerte de los demás la que puso el aviso.
En plena pandemia, recordó que estaba vivo (después de todo) y volvió a mirar el mundo con asombro. Luego de la soledad más profunda, esa que no te deja querer a nadie, Andrade se propuso volver a ser parte del mundo, y volver a escribir.
Tomó contacto con mucha gente. Un compañero que tuvo en el colegio, le contó entonces que conservaba unos cuentos que Andrade escribió de adolescente. Le mandó fotos de las hojas, amarillentas y grapadas en la esquina superior derecha, y le preguntó, '¿qué pasó contigo, por qué ya no escribes?'.
Hablaron de las novelas antiguas, decimonónicas, que aparecían en diarios y suplementos, y se propusieron hacer algo parecido: cada semana, el autor enviaría un capítulo nuevo a su amigo; una buena historia de amor y comedia.
Así, tan simplemente, la novela imposible quedó al fin escrita.
Si se le puede poner género a este libro (el autor dice que pertenece al género de los libros a los que les sobran páginas), sería el de aventuras, un después de otra y otra y otra. Reír, cantar, llorar y recordar son algunos de los efectos secundarios de 'Adicto + Comedia Romántica'.
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