La literatura erótica
ha sido de mucho interés para las editoriales. Esto, porque las historias de
este género exploran y exponen situaciones que han encontrado muchos lectores y
han despertado el interés de otros. Además, que las casas editoriales han
logrado hacer que muchas de estas obras encuentren un plus en sus versiones
cinematográficas, lo que ha ayudado considerablemente a difundir y
empoderarlas. Desde luego, nada de lo anterior fuera posible si no se contara
con una industria publicitaria detrás que bombardea, desde distintos francos,
al posible y casi siempre rendido público.
“Porno para mamás” dice King, y puede que no se equivoque en su prejuicio. Con historias
donde casi siempre las protagonistas resultan mujeres frustradas, con problemas
para expresarse corporalmente, frígidas esposas que no encontraron ni
entendieron su propia sexualidad junto a su pareja, infieles que buscan en
otros cuerpos el arrebatamiento del deseo apagado, víctimas apaciguadas que
intentan realizarse mediante la complacencia. Mujeres que desean conocer lo que
significa un orgasmo (cansadas de un sexo rutinario cargado de insatisfacción).
Pero no solo se
trata de sexo, esta literatura erótica asienta sus bases en el amor, esa búsqueda
desesperada por encontrar a otro que entienda, comprenda, que asimile cada cosa
dicha y no dicha. Que sea el receptor adecuado/a que con afán se ha perseguido.
Ese sueño platónico que se busca para autocomplaciencia y también para
satisfacer a un entorno que lo impone.
Sin embargo,
mucha seuda literatura erótica abomba en las librerías. Mucha mala literatura
es del interés de lectores. Mucha literatura basura es consumida con
preocupante voracidad por jóvenes que ven en ella verdaderas obras maestras. Donde
el amor y el sexo, como elementos base, se combinan con historias empalagosas
donde la heroína busca un “príncipe azul” que cumpla todos sus deseos. Donde la
dependencia hacia otro se vuelve clave en esa búsqueda exitosa.
No es fácil
escribir literatura erótica, eso deberían saberlo quienes se han atrevido,
porque el simple hecho de describir un encuentro sexual, quizás hasta exponer
filias relacionadas al masoquismo y sadomasoquismo (pienso en Cincuenta sombras
de Grey y todos estos libros similares) demanda un tratamiento adecuado del
lenguaje.
Y sí, para
escribir literatura erótica hace falta experiencia y experticia en el tema
(porque ocurre que muchos autores en sus textos primerizos se aventuran a escribir
“literatura erótica” y la realidad es que ni siquiera han sido ni besados/as,
menos conocen el placer de la carne). Pero la experiencia no es todo para
escribir esta clase de literatura, porque si no cualquiera con mucha
experiencia fuera escritor/a (la experiencia sirve para argumentar, pero es
necesario un trabajo adecuado, para hacer de esa experiencia material idóneo
para la literatura).
(Este texto fue
realizado a partir de la entrevista en que iba a participar el sábado 14 de
abril en el programada radial Raíces, y del cual por compromisos familiares no
logré llegar a tiempo y participar)
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