¿Cuándo dejaron
de ser ñoños, norios, nerds, bobos, aburridos…todos los que se refugiaban en un
libro? ¿Cuándo pasaron de ser aquellos entes bajo la sombra que todos evitaban
y se empoderaron como estrellas de luz intensa?
Sospecho,
viniendo de la categoría de ratón de biblioteca, que el cambio empezó a
gestarse porque se logró conectar adecuadamente las redes sociales con el gusto
por la lectura; quizás porque los lectores y lectoras fueron delatándose más
allá del cliché: “es feo/a, por eso lee”. Tal vez, porque estos lectores, que
anuncian con reiteración sus nuevas adquisiciones, fueron comentando,
argumentando, discutiendo, sobre los géneros de su predilección. Y muy
seguramente, todos estos lectores, fueron conectando con gente que pensaba como
ellos.
Leer se volvió
algo así como ser buena onda. Porque esta nueva clase de lectores no solo viven
atrapados en cuatro paredes leyendo y comentando, no, también viven, salen a
fiestas, tienen una vida social intensa. Lo que leen lo asocian con su estilo
de vida; por ello sugieren qué leer. Son los cool de esta parte del siglo.
Sí, puede que
las redes sociales, además de dar a conocer a los lectores de sepa (aquellos
que dieron el paso para salir de la oscuridad) reflejen un exceso de noveleros
que posan cada vez que pueden junto a libros que nunca leen, que conservan como
parte de trofeos o adornos en sus hogares. Pero, aunque parezca raro, está
bien, siempre que un novelero diga que tal o cual libro le gustó, que haga
mención a dos o tres líneas de la contraportada, que por lo menos se tome una
selfie junto a la portada de la obra…con ello hace mucho, motiva a varios, pone
su granito de arena en esa construcción difícil que representa la lectura.
Y tú ¿también
eres cool?
Las fotos han
sido tomadas al azar de varias cuentas de lectores que aparecen en la red
social Instagram.
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