martes, 20 de junio de 2017

La oscuridad, la sed y un libro que se derriba enterrándome viva

Junto a Cristian López Talavera, editor del sello independiente Jaguar.

Por Rocío Soria
Fotos tomadas del archivo de la Feria del Libro Puce 

Entro a tientas a “La ruina del vientre sacudido” (Jaguar, 2017) de Alexis Cuzme y golpeo las losas de cemento que me cubren a ratos y otras veces taladro para no perder el rastro de las voces, pero aquí solo hay oscuridad/oscuridad de voces implorantes.

Tan necesario es recurrir al arte para inquirir una respuesta, el arte no solamente es un lenguaje que salva, libera y expía sino que se convierte en instrumento de expresión, herramienta de aprendizaje que permite analizar la realidad, conferir una visión crítica, es un desafío a lo establecido, pero en este libro de Alexis Cuzme también es un documento que parte desde lo testimonial y lo vuelve reconstrucción, rompe el silencio, se vuelve un conjunto de voces que monologan bajo los escombros mientras van muriendo.


Así lo sostiene él mismo en la nota final del libro cuando recalca que este es su homenaje a las voces silenciadas el sábado 16 de abril de 2016, a las 18h58, cuando un terremoto de magnitud 7,8 en la escala de Richter, sacudió a Ecuador, siendo Manabí una de las provincias más afectadas, con un saldo de 657 fallecidos. 

Junto a la presentadora, la escritora Rocío Soria, el editor de Jaguar y representante de la editorial Mar Abierto.

El ambiente de este libro es la oscuridad, hiede a muerte y tragedia, 657 fallecidos pero miles de historias por ser contadas, habría quien no despertaría nunca más o a quien le tocaría despertar desde un cuerpo perdido en su boca; como lectora me asusta la oscuridad entre las paredes de este libro que van cayendo mientras transcurre la lectura y me dejan atrapada como a cada uno de los personajes de carne y hueso que lo padecieron.

Y luego la sed, que no es solamente la sed sino el afán, el anhelo, el ansia, la sed de lengua adormecida.

Pervive una banda sonora terrible en la angustia de este libro, una banda sonora poblada de voces que susurran, que se debilitan a ratos y otras se vuelven gritos de auxilio, lamentos, golpes imperceptibles, taladros; y entonces intento también como uno de los personajes acelerar la lectura o huir, pero cómo huir de este pellejo/cajafuerte cuando la vida es una carretera para transitar a pie.

La ruina del vientre sacudido, me repito mientras me detengo en una de las voces que inhala y exhala y sigo mirando la pared que no se mueve, ¿qué es un vientre? reflexiono, es aquel lugar del cuerpo donde el feto permanece hasta el momento del alumbramiento, por extensión, el concepto permite nombrar a la madre, ¿madre-tierra-Manabí acaso? en este poema testimonio de Cuzme pero este es un vientre donde los seres anónimos permanecen hasta el momento de la muerte que es otro modo de nacer si acaso, en esta reflexión me hallo cuando me sobrecoge una voz que grita profunda mi nombre es auxilio.

Entonces emulando a uno de los incógnitos personajes de este libro intento huir golpeando, pateando la pared que se empeña en sepultarme, intento huir de este libro, pero el terremoto está dado son las 18h58, mi voz es una trampa dice un bloque que llora junto a mí; los personajes de esta historia son bloques que lloran, mis padres, dice otro personaje, ¿qué será de ellos? ¿habrán juntado sus manos o por lo menos cumplido el rito programado de verse morir frente a frente?


No, no es una pesadilla ninguna de estas imágenes por más horror que produzcan, no son ficción ni parte de un film de violencia gráfica extrema, aquí están las voces, los cuerpos, la pestilencia, los alaridos, las paredes, el techo, la oscuridad, el polvo que existen no están en mi cabeza dice otro de los personajes.
Firmando ejemplares del poemario tras finalizar la presentación.

Y es precisamente realizando este levantamiento narrativo y poético del acontecimiento; pormenorizando los hechos, los sucesos y las historias humanas que el arte se hace carne y explora y se despoja y deja abierta la pregunta ¿qué dejó el 16 de abril de 2016 a las nuevas generaciones, qué dejó a los creadores, qué dejó a la sociedad, cuántas historias esperan ser contadas, cuántos latidos exigen ser latidos interminables, como dice el personaje en el verso final “Pero hoy, fuera del vientre, no acepto el horror”.

Gracias Alexis por este libro que nos recuerda la fragilidad humana, la finitud de los seres, la delgada línea entre la vida y la muerte, la vulnerabilidad y las amenazas naturales, este libro que es también un canto a la vida, pues es necesario destacar la responsabilidad del arte en la construcción de una memoria nacional que nos invite como sociedad a ser reflexivos.
(Texto leído en la presentación del poemario La ruina del vientre sacudido, realizado el jueves 1 de junio en el marco de la Feria del Libro Puce 2017, Quito) 

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