Junto a Cristian López Talavera, editor del sello independiente Jaguar. |
Por
Rocío Soria
Fotos tomadas del archivo de la Feria del Libro Puce
Fotos tomadas del archivo de la Feria del Libro Puce
Entro a tientas a “La ruina del vientre sacudido” (Jaguar,
2017) de Alexis Cuzme y golpeo las losas de cemento que me cubren a ratos y
otras veces taladro para no perder el rastro de las voces, pero aquí solo hay oscuridad/oscuridad de voces implorantes.
Tan necesario es recurrir al arte
para inquirir una respuesta, el arte no solamente es un lenguaje que salva,
libera y expía sino que se convierte en instrumento de expresión, herramienta
de aprendizaje que permite analizar la realidad,
conferir una visión crítica, es un desafío a lo establecido, pero en este libro
de Alexis Cuzme también es un documento que parte desde lo testimonial y lo
vuelve reconstrucción, rompe el silencio, se vuelve un conjunto de voces que
monologan bajo los escombros mientras van muriendo.
Así lo sostiene él mismo en la
nota final del libro cuando recalca que este es su homenaje a las voces
silenciadas el sábado 16 de abril de 2016, a las 18h58, cuando un terremoto de
magnitud 7,8 en la escala de Richter, sacudió a Ecuador, siendo Manabí una de
las provincias más afectadas, con un saldo de 657 fallecidos.
Junto a la presentadora, la escritora Rocío Soria, el editor de Jaguar y representante de la editorial Mar Abierto. |
El ambiente de este libro es la
oscuridad, hiede a muerte y tragedia, 657 fallecidos pero miles de historias
por ser contadas, habría quien no despertaría nunca más o a quien le tocaría despertar desde un cuerpo perdido en su boca;
como lectora me asusta la oscuridad entre las paredes de este libro que van
cayendo mientras transcurre la lectura y me dejan atrapada como a cada uno de
los personajes de carne y hueso que lo padecieron.
Y luego la sed, que no es
solamente la sed sino el afán, el anhelo, el ansia, la sed de lengua adormecida.
Pervive una banda sonora terrible
en la angustia de este libro, una banda sonora poblada de voces que susurran,
que se debilitan a ratos y otras se vuelven gritos de auxilio, lamentos, golpes
imperceptibles, taladros; y entonces intento también como uno de los personajes
acelerar la lectura o huir, pero cómo huir de este pellejo/cajafuerte cuando la
vida es una carretera para transitar a pie.
La
ruina del vientre sacudido, me repito mientras me detengo en una de las
voces que inhala y exhala y sigo mirando
la pared que no se mueve, ¿qué es un vientre? reflexiono, es aquel lugar
del cuerpo donde el feto permanece hasta el momento del alumbramiento, por
extensión, el concepto permite nombrar a la madre, ¿madre-tierra-Manabí acaso? en
este poema testimonio de Cuzme pero este es un vientre donde los seres anónimos
permanecen hasta el momento de la muerte que es otro modo de nacer si acaso, en
esta reflexión me hallo cuando me sobrecoge una voz que grita profunda mi nombre es auxilio.
Entonces emulando a uno de los incógnitos
personajes de este libro intento huir golpeando, pateando la pared que se empeña en sepultarme, intento huir de este
libro, pero el terremoto está dado son las 18h58, mi voz es una trampa dice un bloque que llora junto a mí; los
personajes de esta historia son bloques
que lloran, mis padres, dice otro personaje, ¿qué será de ellos? ¿habrán juntado sus manos o por lo menos cumplido
el rito programado de verse morir frente a frente?
No, no es una pesadilla ninguna
de estas imágenes por más horror que produzcan, no son ficción ni parte de un
film de violencia gráfica extrema, aquí
están las voces, los cuerpos, la pestilencia, los alaridos, las paredes, el
techo, la oscuridad, el polvo que existen no están en mi cabeza dice otro de
los personajes.
Firmando ejemplares del poemario tras finalizar la presentación. |
Y es precisamente realizando este
levantamiento narrativo y poético del acontecimiento; pormenorizando los
hechos, los sucesos y las historias humanas que el arte se hace carne y explora
y se despoja y deja abierta la pregunta ¿qué dejó el 16 de abril de 2016 a las nuevas generaciones, qué dejó
a los creadores, qué dejó a la sociedad, cuántas historias esperan ser
contadas, cuántos latidos exigen ser latidos interminables, como dice el
personaje en el verso final “Pero hoy,
fuera del vientre, no acepto el horror”.
Gracias Alexis por este libro que nos recuerda la fragilidad
humana, la finitud de los seres, la delgada línea entre la vida y la muerte, la
vulnerabilidad y las amenazas naturales, este libro que es también un canto a
la vida, pues es necesario destacar la responsabilidad del arte en la
construcción de una memoria nacional que nos invite como sociedad a ser
reflexivos.
(Texto leído en la presentación del poemario La ruina del
vientre sacudido, realizado el jueves 1 de junio en el marco de la Feria del
Libro Puce 2017, Quito)
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