domingo, 15 de marzo de 2015

Fausto Morocho o la danza ritual de vida

Lenin Vimos, integrante del colectivo Tras la sombra del arte, y Fausto Morocho, artista plástico.



¿Cuánto simbolismo habita en los cuerpos en movimiento? ¿Cuánta de esta representatividad movible retrata la condición humana? ¿Cómo el mito y el rito logran una fusión capaz de proyectar los elementos corporales desde la danza?
Todas estas conjeturas me las he planteado a partir de la serie titulada Danzantes, obra del artista Fausto Morocho, que esta noche nos reúne. Un trabajo en el que la ritualidad desde el movimiento corporal ahonda en elementos cargados de una mitología andina.
Así la danza es retratada desde el rito popular, donde los colores intensos, las máscaras y los movimientos, dotan a la muestra de una fuerza visual electrificante.

El cuerpo desde el rito
Estas acuarelas representan a un conjunto de entes caracterizados por un colorido carnavalesco, donde se danza como ofrenda. Donde el cuerpo sirve como medio para agradecer por la continuidad de los elementos naturales. El cuerpo como medio para proyectar la vida en su apogeo.
Se danza a la fertilidad, a la vida humana y animal -que prolonga la humana-. Se danza porque la humanidad encontró en el movimiento corporal el lenguaje idóneo para manifestar su añoranza y también su complacencia.  

Lo onírico
La parte onírica es otro de los elementos que habita en esta serie. En ella los cuerpos danzantes se desplazan en un terreno donde flotan, caen o se sostienen en un imaginario arraigado en sus mismos cuerpos en movimiento.
Un mundo donde el individualismo se defiende y disfruta, donde el yoísmo se enaltece y vanagloria desde cada movimiento de los personajes.
Un territorio donde la fauna, estampada desde la vestimenta de los danzantes, se vuelve un símbolo que habla de la prosperidad y respeto a ese todo natural al que se pertenece.
 

Uno de los cuadros que conforman la serie Danzantes.



Máscaras y vestuario en lo litúrgico   
Pero existe también, en la obra de Morocho, un acertado juego entre el recurso de las máscaras y la vestimenta de los personajes, que nos acerca a un plano donde lo litúrgico es parte de la ritualidad asumida.
Por ello las máscaras, tanto las de diablo como los encapuchados. Matizando que se danza por temor, y porque es parte del mito asumido y la ritualidad lo exige.
Así los elementos naturales, sean de la flora y o la fauna, de un territorio en el que habitan los personajes de Danzantes, son la parte más significativa de esta serie. Una obra que desde la particularidad de cada escena busca enfatizar el aprecio a la vida. Una que, desde esta serie, está cargada de misterio y solemnidad.

Cierre sin ritualidad
¿Cuánto simbolismo habita en los cuerpos en movimiento? ¿Cuánta de esta representatividad movible retrata la condición humana? ¿Cómo el mito y el rito logran una fusión capaz de proyectar los elementos corporales desde la danza?
La obra Danzantes de Fausto Morocho, el artista que conozco desde las calles de su natal Riobamba, entre callejones y calles adoquinadas, en ambientes lúgubres, entre neblina noctámbula, en su palabra siempre adherida al arte, no solo posee elementos donde la vida vibra desde su pincel, y sobre todo desde su mirada a la danza ritual, sino que habita en cada uno de los cuadros de la serie, un retrato de la identidad andina, a la que demuestra conocer.

Manta, viernes 13 de marzo de 2015.

(Texto leído en la inauguración de la muestra Danzantes del artista riobambeño Fausto Morocho, realizada el día viernes 13 de marzo en el Museo Municipal Etnográfico Cancebí, en Manta. La muestra sigue abierta hasta el 3 de abril)

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