Lenin Vimos, integrante del colectivo Tras la sombra del arte, y Fausto Morocho, artista plástico. |
¿Cuánto simbolismo habita en los cuerpos en
movimiento? ¿Cuánta de esta representatividad movible retrata la condición
humana? ¿Cómo el mito y el rito logran una fusión capaz de proyectar los elementos
corporales desde la danza?
Todas estas conjeturas me las he planteado a partir
de la serie titulada Danzantes, obra
del artista Fausto Morocho, que esta noche nos reúne. Un trabajo en el que la
ritualidad desde el movimiento corporal ahonda en elementos cargados de una
mitología andina.
Así la danza es retratada desde el rito popular,
donde los colores intensos, las máscaras y los movimientos, dotan a la muestra
de una fuerza visual electrificante.
El cuerpo desde
el rito
Estas acuarelas representan a un conjunto de entes
caracterizados por un colorido carnavalesco, donde se danza como ofrenda. Donde
el cuerpo sirve como medio para agradecer por la continuidad de los elementos
naturales. El cuerpo como medio para proyectar la vida en su apogeo.
Se danza a la fertilidad, a la vida humana y animal
-que prolonga la humana-. Se danza porque la humanidad encontró en el
movimiento corporal el lenguaje idóneo para manifestar su añoranza y también su
complacencia.
Lo onírico
La parte onírica es otro de los elementos que habita
en esta serie. En ella los cuerpos danzantes se desplazan en un terreno donde
flotan, caen o se sostienen en un imaginario arraigado en sus mismos cuerpos en
movimiento.
Un mundo donde el individualismo se defiende y
disfruta, donde el yoísmo se enaltece y vanagloria desde cada movimiento de los
personajes.
Un territorio donde la fauna, estampada desde la
vestimenta de los danzantes, se vuelve un símbolo que habla de la prosperidad y
respeto a ese todo natural al que se pertenece.
Uno de los cuadros que conforman la serie Danzantes. |
Máscaras y
vestuario en lo litúrgico
Pero existe también, en la obra de Morocho, un acertado
juego entre el recurso de las máscaras y la vestimenta de los personajes, que nos
acerca a un plano donde lo litúrgico es parte de la ritualidad asumida.
Por ello las máscaras, tanto las de diablo como los
encapuchados. Matizando que se danza por temor, y porque es parte del mito
asumido y la ritualidad lo exige.
Así los elementos naturales, sean de la flora y o la
fauna, de un territorio en el que habitan los personajes de Danzantes, son la parte más
significativa de esta serie. Una obra que desde la particularidad de cada
escena busca enfatizar el aprecio a la vida. Una que, desde esta serie, está
cargada de misterio y solemnidad.
Cierre sin ritualidad
¿Cuánto simbolismo habita en los cuerpos en
movimiento? ¿Cuánta de esta representatividad movible retrata la condición
humana? ¿Cómo el mito y el rito logran una fusión capaz de proyectar los
elementos corporales desde la danza?
La obra Danzantes
de Fausto Morocho, el artista que conozco desde las calles de su natal
Riobamba, entre callejones y calles adoquinadas, en ambientes lúgubres, entre
neblina noctámbula, en su palabra siempre adherida al arte, no solo posee
elementos donde la vida vibra desde su pincel, y sobre todo desde su mirada a
la danza ritual, sino que habita en cada uno de los cuadros de la serie, un
retrato de la identidad andina, a la que demuestra conocer.
Manta, viernes 13 de marzo de 2015.
(Texto leído en la inauguración de la muestra Danzantes del artista riobambeño Fausto Morocho, realizada el día viernes 13 de marzo en el Museo Municipal Etnográfico Cancebí, en Manta. La muestra sigue abierta hasta el 3 de abril)
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