lunes, 18 de diciembre de 2006

Alexis Cuzme: el club del desenfado




Patricio Lovato*

La poesía según Lezama Lima: es el reto sagrado de la realidad absoluta. Como el poeta de los Premuertos y sus textos son sacrílegos; y, tienen su propia realidad para contar, vamos a tener una buena aproximación a esta definición.
Qué usa Alexis Cuzme para traducir la realidad, más allá de su realidad individual. Tiende puentes mediante el reconocimiento de imágenes y a través de estas con metáforas se integran palabras: duras, ásperas y hasta cínicas. Pero trabajadas con laboriosidad en un discurso desenfadado.
Pero qué hay con la credibilidad, la fusión de “ ver y creer” otro requerimiento que antepone Octavio Paz, para la poesía? Nos hace El Club...oír lo inaudito para ver lo imperceptible? Estoy seguro que sí. Sólo que entremos en su mundo, en su realidad con sigilo. Acerquémonos a su discurso sin ir de lleno en el análisis, no, como el viene a nosotros. Porque los formalistas dirán: qué raro. Los moralistas: qué procaz. Y los normales por lo menos diremos: qué anormal. (Le queda el consuelo de lo dicho por Caetano Veloso: visto de cerca nadie es normal)
Ante estas generalizaciones, otro punto de vista, ahora hacia la visión poética del grupo al que se pertenece el autor. Les denominan “los novísimos” y hablan de representar “una libertad del desencanto” rompiendo con estructuras pasadas e incluso cometiendo parricidio, que según el representante del Grupo, el poeta Xavier Oquendo Troncoso, consiste en matar a los autores que encauzaron sus textos, lo que lleva a crear su identidad. Ante esto hay que asegurar que ya otras generaciones anteriores a ellos “torcieron el cuello al cisne”.
Otro rasgo que lo identifica con el Grupo es la negación al nosotros y el sí al yo. El yo poético que sustenta su discurso.
Revisado el entorno, vamos dentro del texto. El sujeto poético de Alexis se proyecta sobre la objetividad externa, mediante su individualidad y se descarga en el amor y las rutinas normales básicamente. El poemario prácticamente se divide en dos corrientes con sus contenidos: la premuerte y la post muerte. Si hay vida en la muerte, en la antesala; esto es, la premuerte la actividad es intensa. El poeta ama el desamor, lo dice en dos versos: “salvo mutar en poema pisoteado / por amor al desamor.”
La primera víctima en esta premuerte; obvio, es el amor, veamos desde el epígrafe: “...ya que finalmente/ ningún amor funciona” Charles Bukowski.
En nuestros escenarios de amor normales, comunes y corrientes, ubicamos la cama desde donde pueda desenvolverse con naturalidad la imaginación. El poemario traslada estas formas para proyectarnos otras realidades, contempladas desde ángulos que estaban en la sombra y se iluminan, ahí abajo:
“...contemplarás hasta agotar / las colillas vetustas bajo la cama, / mis medias y botines jubilados / los últimos preservativos consumidos.../ ... el retrete donde paré el tiempo / para crear quimeras sin olor ni forma...”
Se puede pisotear a la ternura ? Sí, el poeta puede. El texto lo hace desde su solitaria compañía de premuerto: “ ...La ternura es una larva que debes pisotear, / rociar con esperma ácida / moscas productoras rondando tu cabeza...”
Nada es gratuito porque el amor reclama a lágrima viva la mezquindad del individualismo: “...yosoyyo, me digo / aunque desde lejos / la protesta lacrimal moje mis pies, / reclamando – sin vergüenza – el extirpado yosoytú, / sin escuchar el enfoque divertido / de mi carcajada múltiple pisoteando pretensiones...”

Alguien odia hasta aquí al poeta?. No debería, es un enfoque audaz de la realidad, con cargas de profundidad muy válidas en su expresión, hechas para el desamor que nos gobierna. Cuatro versos más: “ ... Mujer, no te amo / ...tu cuerpo es la barrera / ¿cuándo lo comprenderás?...recurrir a ti es un lugar común...”
Para la normalidad también existen contundentes cuestionamientos y cuando pone nombre a las sensaciones, salen tendencias agresivas que emancipan la soledad y el individualismo de su envoltura de compañía. Otra vez el lenguaje desenfadado con el cortejo de sinónimos en los poemas nicho y postmorten: “...que lo anormal nos recorra / sin pudorosos remordimientos...”.
Harto de mirarnos, Cuzme mira hacia sus interiores y también dispara, se retrata con lenguaje duro, del que saltan piedras como palabras afiladas a golpear-se: “...Rey / durante la estadía en mi oscuro templo. Y ahora bufón, / distracción desnuda / croquis indefenso.../ ...alimento intelectual para perros…”
Se avanza y ahora encontramos palabras que construyen pinturas de feísmo para mirarnos en nuestras gulas: “...embriagarse de grasa, / triturar tripas aliñadas. / Se emprende el curetaje al ano con los labios. / Masacre: / mosaico de caricias, sangre, fogón. / La vagina dental succiona el gusto de los dedos. / ...Imperan los asesinos. / Sin casta. Sin raza. / Con tridente y cucharón...”.
También hay cinismo al confrontar la relación entre víctimas y victimarios, el contraste expulsa la conciencia de las crónicas: “...Las niñas visten de viejas esquineras / y está bien, / sobreviven los pedófilos . / Prolongando pesadillas / a las madres.../ ...Está bien, sobreviven los pedófilos. / Víctimas / de la ofensa.”
El poemario está hecho, los poemas son estructuras osadas, para provocar sensaciones, para desatar animadversiones. Aunque pasados esos lodos queda la realidad intacta. Libro extraño, que produce un postizo alivio cerrarlo. Quedan como los efectos que dejan los malos sueños: queremos olvidarlos y nos gobiernan por un tiempo.
El poeta se hizo, tiene la confrontación de Bukowski en sus quehaceres y el piedrazo al protestar. La moral se protege bien, detrás de este escándalo habrá otro. A partir de este grito habrá silencio, todo podrá neutralizarse a partir de lo mediático. El desenfadado discurso se enfrenta a una atmósfera recreada para desvanecerlo. El poeta insistirá hasta sembrarnos a los moralistas, formales y normales, su visión, que no es si no su obra.
(texto leído en la presentación del libro Club de los premuertos)

*Escritor manabita.

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