
Concupiscencia (El ángel editor, 2007) de Siomara España (1976), manabita de origen y guayaca de residencia, ha sido un poemario que lo he esperado con ansia. Me intrigaba conocer este libro, analizar el nivel que posee cada uno de los poemas. Confirmar los comentarios en torno a la obra y su autora. No puedo decir que haya encontrado lo que esperaba, pero casi.
Es un libro donde España pone en evidencia sus preocupaciones vitales dentro de su poesía, ya sea desde el centro romántico, del cual penden muchos poemas, hasta lo social. Poemario para leer con cuidado y pausadamente, dejando todo antecedente a encontrar en la actual, radical y hasta controversial poesía de Ecuador, porque no se trata de poemas que emulen a otros autores de este nuevo siglo. Hay una voz, quizás no tan suya, ni tan madura y menos original, que la autora trata de desarrollar y hacer suya para crearse un camino propio, y eso para todo escritor es lo esencial en su carrera (si es que piensa seria y responsablemente).
Llama la atención que la autora incluya poemas de vieja estructura al inicio del libro (como si mediante este recurso pretendiese devolver a la lírica contemporánea del país esta olvidada forma de escribir versos), porque eso de ver que una poeta ecuatoriana escriba con rima es un caso raro, más si se trata a nivel nacional donde el verso libre se ha impuesto hace varias décadas; no tanto como en ciertas provincias donde la rima y métrica continúan siendo las únicas y limitantes formas de hacer poesía (caso de Manabí y sus legiones de poetas bravos, con más de bravos y menos de poetas).
Por otro lado están los poemas de construcción libre, donde la autora mejora su nivel. A pesar de que no se cuenta con una voz aún para identificar como propia, es claro que la poesía de España no se limita solo a inmiscuir el amor y lo amatorio. No, su poesía pretende llegar al lector desde distintos francos, ya sea como desgarradura afectiva, social o viajera. Pero con el tinte de un beso adolescente: sereno e inocente, con las ganas retenidas de atreverse a algo más.
A pesar de todo hay armonía, un inicio alentador. Y aunque España no pretenda ser una poeta de cabecera, es evidente que se trata de una poeta entregada al tiempo que es decir a la madurez de su obra. Y esa es una esperanza que cada escritor anhela para sí mismo.